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NOVELA AMISTAD... O ¿TRAICIÓN?

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Mensaje por Brisa Marina Vie Jun 20, 2008 9:32 am

AMISTAD

O...


¿TRAICIÓN?



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Mensaje por Brisa Marina Vie Jun 20, 2008 9:49 am

PROLOGO


La amistad es un valor universal. Está claro que difícilmente podemos sobrevivir en la soledad y el aislamiento. Necesitamos a alguien en quién confiar, a quién llamar cuando las cosas se ponen difíciles y también con quien compartir una buena película. Pero ¿Qué es la amistad? ¿De qué se compone? ¿Cómo tener amistades que duren toda la vida? Dice un refrán que "El agradecimiento es el más efímero de los sentimientos humanos" y con mucha frecuencia parece tener razón. La gratitud es propia de los verdaderos amigos.
¿Cuántas veces nos hemos sentido mal con un amigo porque no ha sido agradecido del tiempo que le damos? Nosotros debemos agradecerle su tiempo, los buenos ratos que nos hace pasar, su ayuda cuando nos sentimos mal. A nosotros nos gustaría que una amistad nos dijera "gracias", demos entonces nosotros el primer paso.
El Yo es un enemigo mortal de la amistad. El orgullo y el egoísmo no caben en la amistad. El orgulloso no mira más allá de su persona, de sus propias cualidades, de sus intereses. No es capaz de ayudar a nadie.
Las amistades se cultivan, maduran. Es fácil hacer amigos, pero es mucho más difícil mantenerlos. La vida pone a prueba la generosidad, la lealtad, el agradecimiento y no siempre se sale bien de ella. De aquellos amigos de la universidad, poco a poco la lista se hará menor. De un grupo de 30 o 40 amigos, acabarán quedando, para toda la vida 3 o 4.
El hecho que alguien no tenga muchos amigos no es algo que deba permanecer así. El cultivar aficiones o asistir a alguna clase que nos interese es uno de los mejores medios para hacer amigos. Una cosa maravillosa de la amistad, es que incluso la gente más tímida puede hacer amistad ¡Con otros tan tímidos como ellos mismos! Hacer nuevos amigos es abrir horizontes. Si alguna vez algún amigo nos ha pagado mal, no significa que ocurra así con todo el mundo. Lo peor que puede hacer cualquiera es cerrarse.
Un punto fundamental al entender la amistad, es que las personas ni somos perfectas y cambiamos poco a poco, es decir, que no siempre encontraremos un "solo mejor amigo". Habrá quien comparta con nosotros nuestras aficiones, otro quizá nuestros problemas, otro nuestros sueños. Querer buscar que una sola persona llene todas nuestras necesidades de amistad es algo que podría llegar a ser una utopía. Además, ¿quién dijo que no se pueden tener varios amigos?
Así como la amistad sana es un valor esencial para nuestras vidas, el tener una amistad con la persona equivocada puede serla fuente de muchos dolores de cabeza. La amistad es compartir, pero no es complicidad. También es importante recordar que somos personas individuales, con una conciencia individual.
Esta es mi sencilla historia y comienza así...
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Mensaje por MAX Vie Jun 20, 2008 4:13 pm

Sinceramente ................Impresionante.............. 45 466 apla

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Mensaje por Brisa Marina Sáb Jun 21, 2008 12:46 am

Gracias Max muchas gracias ahora pongo el primer capitulo. 09
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Mensaje por Brisa Marina Sáb Jun 21, 2008 12:57 am

CAPITULO I


Buenos Aires- Argentina.

Una tarde de Otoño escuché sonar el teléfono, levantando el tubo, atendí.
-¿Hola?
-¡Hola amiga!
-¡Qué tal Brisa!- respondí muy alegremente.
Brisa Garrido, era una gran amiga mía, creo que la mejor; fue la que me contuvo cuando mis padres, fallecieron en un accidente de auto, en Estados Unidos.
Nos conocemos desde la escuela, ella era mi compañera de banco en el aula. Siempre fuimos inseparables, casi como hermanas.
Ella es soltera como yo y recién regresaba, de un viaje que había realizado al exterior.
-Dime, ¿cómo te ha ido en Brasil?- le pregunté con cierta curiosidad.
-Me ha ido formidablemente, bien.
-¿Cuándo vendrás por casa, para contarme todo?- pregunté sonriendo.
-Más tarde, voy a ir a visitarte.
-Bueno, entonces te espero.
-Nos vemos.- dijo sonriendo.
Cuando corté la comunicación telefónica con mi mejor amiga, suspiré, ella era como un remanso para mí en medio de una gran tempestad.
Me encontraba preparando café, cuando escuché que mi perra Luna ladraba insistentemente. Me dirigí hacia la puerta y descorriendo la mirilla, pude observar que Brisa, se encontraba parada en el porche de entrada, inmediatamente abrí la puerta y la abracé fuertemente.
-¡Hola Rocío!- me saludó.
-Pasa, siéntate, estaba preparando café.
-¡OH, tú siempre con tu café! Tendrías que haber viajado conmigo a Brasil, seguro que allí te contrataban en algún boliche, para comprarte la fórmula mágica que tienes, para prepararlo tan sabroso.- dijo quitándose su campera.
-¡Gracias por el halago!- dije al regresar con la infusión recién preparada.
-Bueno, te he traído un regalo.- dijo Brisa abriendo su bolso y sacando de él, una bolsa que contenía un hermoso pez de color rojo, con detalles azules y amarillos.
-¡OH! ¿Esto es para mí?- pregunté emocionada, al tomarla con mi mano derecha.
-¡Claro!, es para tu pecera, lo traje de Brasil, todavía no puedo creer que aun esté con vida.
-¡Gracias Brisa!- dije llevando al pececito a la gran pecera que tenía sobre un gran armario, en la sala.
Cuando lo deposité en la pecera, éste comenzó a nadar en ella como si se sintiera feliz de encontrarse ahí, junto a otros quince peces más.
-¡Qué alegría me da verte nuevamente!- dije sonriendo cuando regresé.
Pasamos toda la tarde conversando sobre el viaje que había realizado Brisa. Cuando la noche llegó, ella se quedó a cenar y mientras comíamos, le pregunté:
-¿Sabes a quién vi hace tres días?
-¿A quién?
-A tu editor.- respondí.
Ella era escritora de cuentos para niños.
-¿Has visto a Luciano?- preguntó asombrada.
-Sí, lo encontré en la estación de subte, viajamos juntos, después él me invitó a tomar un café.
-¡Mira tú, no te lo puedo creer!- dijo asombrada.
-Pues créelo, es un hombre increíble, muy culto.- dije con un leve brillo que comenzaba a iluminar mis ojos.
-Parece que te ha caído bien mi editor.- dijo sorprendida.
-¡OH sí! Él me habló mucho de ti, se nota que te aprecia mucho.
-Ambos tenemos cierta química, él es muy profesional.
-¡Es encantador!- exclamé.
-Increíble, culto, encantador, parece que te gustó mucho mi editor.- dijo con una sonrisa picarona.
-¡Brisa!- exclamé sonrojándome.
-¿Qué tiene de malo, de qué te sonrojas? Él es un gran hombre, tú eres una muy bella mujer, no veo nada de malo en que te guste.
-Puede ser.- dije tímidamente.
-¿Te ha citado para volver a verte?
-Sí.- sólo respondí.
-¿En serio?- preguntó maravillada ante mi respuesta.
-Sí, él me citó para mañana a la noche.
-Seguramente vas a ir, ¿no?
-No lo sé, creo que voy a estar ocupada, mañana a la noche.
-¡Rocío, no me digas, que no piensas asistir a esa cita!
-Lo que sucede, es que no me quiero enamorar, estoy bien así.
-¡Claro, la señorita Rocío Herrera, se encuentra bien en soledad, junto a una perra y quince peces!- exclamó moviendo los brazos.
-Dieciséis.- dije sonriendo.
-¿Cómo?- preguntó asombrada.
-Que son dieciséis los peces, no has tenido en cuenta al que me has traído de Brasil.
-¡OH por favor, tú vas a ir a esa cita!- exclamó.
-No, mejor no.- dije cruzándome de brazos.
-¡Pero qué terca eres, Rocío!
-Pues lo soy.
-Tú vas a ir, porque si no...
-Porque si no, ¿qué Brisa?- pregunté interrumpiéndola.
-Porque si no vas, no soy más tu amiga.
-¡OH por favor Brisa, ya no somos más dos pequeñas niñas!- exclamé sonriendo.
-Por eso, por eso, porque ya no somos más dos pequeñas niñas, es que debes dejar que tu desolado corazón se abra al amor.
-No se puede contigo.- dije riendo.
-¿Vas a ir, entonces?
-Está bien, iré.
-¿Lo prometes?
-¡Brisa, ya basta!- dije con cierto fastidio.
Al día siguiente, me preparé para asistir a la cita con el editor de Brisa. En realidad él me gustaba, me gustaba mucho, era tan caballero.
Cuando ya estaba lista, escuché que sonaba mi celular, era Brisa.
-¿Ya estás preparada?- me preguntó.
-¡Ay Brisa, qué pesada eres!- exclamé.
-Dime, si estás preparada.
-Sí, lo estoy, me encuentro saliendo de mi casa y si no dejo de hablar contigo, llegaré tarde a la cita.
-Está bien, pero cuando regreses me llamas, quiero que me cuentes todo, ¿sí?
-Sí, adiós Brisa.- dije cortando la comunicación.
Al entrar al restaurante que me había citado Luciano, él al verme me hizo una seña y cuando logré divisarlo, un mozo me acompañó a la mesa en la cual él se encontraba sentado esperándome.
-¡Hola Rocío!- dijo poniéndose de pie para saludarme.
-¡Hola Luciano, disculpa la demora!- dije quitándome el tapado.
-Estás disculpada, yo recién acabo de llegar. ¿Qué deseas tomar antes de cenar?- preguntó muy cortésmente.
-Una gaseosa.- sólo respondí.
Él llamó al mozo e hizo el pedido, después que él ya había traído la bebida, Luciano me preguntó:
-¿Te encuentras a gusto aquí, Rocío?
-Sí, este lugar es muy lindo.- respondí sin dejar de lado mi timidez.
-¿Te has enterado, que ha regresado Brisa de su viaje?
-Sí, ella ayer estuvo de visita en mi casa.
Justo cuando terminé de responderle, empezó a sonar mi celular, había recibido un mensaje de texto de Brisa que decía:
“¿Cómo te está yendo con Luciano?”
-Disculpa, he recibido un mensaje de Brisa, le contesto y continuamos con nuestra conversación.- dije nerviosa.
-Tranquila, respóndele y mándale mis saludos.- dijo sonriendo.
Comencé a escribir el mensaje, porque si no le contestaba, seguramente Brisa no me dejaría tranquila en toda la noche.
En el mensaje, le decía: “Me está yendo muy bien, él te manda muchos saludos y no me mandes más mensajes, porque me pones muy nerviosa, cuando regrese a mi casa te llamo, besos.”Apagué mi celular y continué conversando con Luciano. Sin darnos cuenta, habíamos estado platicado hasta el cierre del restaurante.
-Les pido que sepan disculpar, pero ya es tarde y debemos cerrar.- dijo el mozo.
-¡OH, está bien!- dijo Luciano pidiendo la cuenta.
Después de abonar, nos retiramos de aquel bello lugar donde juntos habíamos pasado una muy grata velada.
Luciano, me llevó en su auto a mi casa; cuando estaba por descender de él, Luciano tomó mi brazo diciendo:
-Me gustas mucho Rocío, en verdad me gustas.
-Tú también me gustas Luciano.- respondí tímidamente.
Él me besó, aquel beso tan apasionado me hizo estremecer, comencé a sentir como si un montón de mariposas revoloteaban en mi estómago, creo que en aquel momento me enamoré de él.
-¿Nos vemos mañana?- preguntó sin dejar de besarme.
-Sí.- sólo podía responder, puesto que sus labios fogosos me impedían hablar.
Me dio el último beso antes de retirarse y después se subió a su auto para irse a su casa.
Cuando entré a mi hogar, un eterno suspiro salió de adentro de todo mi ser. ¿Sería eso que estaba sintiendo, el amor?, me preguntaba.
El sonido del teléfono, me hizo retornar a la realidad.
-Hola Brisa.- dije al atender.
-¿Cómo sabes que soy yo?- preguntó ella sorprendida.
-Tu número telefónico salió en el identificador de llamadas.
-¿Cómo te ha ido?
-Bien, me ha ido muy bien.
-¿Y qué más?- preguntó con curiosidad.
-Nada más.
-¿Cómo nada más?, tienes que contarme todo.
-Mañana, mañana ven a casa y te contaré, ahora estoy muy exhausta.
-Bueno, mañana nos vemos, te quiero mucho amiga mía.
-¿Has estado tomando?- le pregunté, después de escuchar lo que había dicho.
-¿Por qué me preguntas eso?- preguntó extrañada.
-Porque siempre soy yo la que te dice que te quiere mucho y tú nunca me has dicho nada.
-El hecho de que no te lo diga, no quiere decir que no lo sienta, te quiero y mucho, querida amiga.
-Gracias Brisa, eres como una hermana para mí.- dije muy emocionada.
-De nada, nos vemos mañana y me cuentas todo. ¡Eh!
Al día siguiente, de mañana temprano, mientras me encontraba pintando; puesto que soy pintora de cuadros y me hallaba en aquel momento pintando un paisaje sobre la vida acuática, cuando escuché el sonido del timbre. Me dirigí a atender y allí estaba ella, Brisa.
-¡Hola Rocío, traje facturas para desayunar!- dijo ella saludándome y entrando a la sala.
-Está bien, ¿qué deseas tomar en el desayuno?- pregunté tomando el paquete de facturas.
-Lo que tú quieras.
-¿Quieres tomar mate?- pregunté dirigiéndome hacia la cocina.
-Bueno, me quito la campera y voy a la cocina.
-Está bien.
Brisa, al pasar cerca del bosquejo que estaba pintando, admirada exclamó:
-¡Rocío, qué belleza esta pintura, es hermosa!
-¿En serio te gusta?- pregunté desde la cocina.
-¡Sí, es divina, la combinación de los colores, todo, es una maravilla!
-La pienso exponer muy pronto en una galería de arte.
-Seguramente la vas a vender, creo que más de un comprador va a querer adquirir esa preciosidad.- dijo entrando en la cocina.
-¡Gracias, eso espero!- dije con emoción cebando el primer mate.
-Ahora, cuéntame del señor Luciano Dumas.- dijo sonriendo Brisa.
-¿Qué te puedo contar?
-Todo, quiero saber todo.
-¡Eres un personaje, Brisa! Está bien, fuimos a cenar y pasé junto a él una inolvidable velada, me sentí muy a gusto con su compañía.
-¿Te citó nuevamente?
-Sí, para hoy, esta noche vendrá a cenar.
-¿Y te ha besado ya?
-¡Brisa!
-Te dije que quería enterarme de todo.
-Sí, me besó.- dije sonrojándome.
-¿Y qué sentiste?
-¡Ah, es un sentimiento indescriptible!
-Me alegro mucho por ti.
-Él es todo un caballero, es...
-Es el amor de tu vida, ¿no Rocío?- preguntó interrumpiéndome.
-Creo que me estoy enamorando y no quiero.
-¿Por qué?
-Porque no quiero sufrir, si me enamoro de él y después me deja, voy a sufrir mucho y no quiero pasar por eso.
-Pero tienes que ser más positiva, dejarte llevar, Dios dirá con el tiempo si Luciano es para ti o no.
-Tienes razón.
-¡Claro!, deja de ser tan estructurada y entrégate al amor, que no te vas a arrepentir.
-¡Qué bien me hace sentir escucharte hablar!- exclamé abrazándola.
-Quiero que seas feliz, te lo mereces.


FIN DEL CAPITULO I
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Mensaje por Brisa Marina Dom Jun 22, 2008 9:11 pm

CAPITULO II

Dos meses después...


Dos meses ya habían transcurrido, desde que me había puesto de novia con Luciano; nuestro noviazgo iba viento en popa y pensábamos casarnos a fin de año. Habíamos elegido a Brisa, como madrina de casamiento, después de todo ella era amiga de los dos y casi una hermana para mí.
La exposición de mis obras en la galería de arte, fue todo un éxito, vendí la totalidad de los cuadros que había expuesto. Realmente me sentía muy feliz, mi carrera iba en ascendencia y en lo personal me encontraba muy enamorada de Luciano, como él de mí.
Un día recibí un llamado de España, exactamente de Madrid.
-Buenos días, ¿podría comunicarme con la señorita Rocío Herrera?
-Buenas días, ella misma le habla.- respondí.
-¡OH encantado!, permítame presentarme, mi nombre es Lucas Figueroa y formo parte del equipo de las Olimpiadas del Arte, que se van a llevar a cabo, dentro de unos días aquí, en la ciudad de Madrid.
-¡Ah!, y... ¿qué deseaba?- pregunté con asombro.
-Deseaba comunicarle, que usted ha sido designada para competir en el área de pintura, por la excelente labor desempeña.
-¿Usted, está queriendo decir, que me invitan a un concurso de arte?- pregunté aun más asombrada.
-Sí, exactamente.
-¿Y cómo llegó a localizarme, cómo sabe usted que yo soy pintora?
-Pues sus obras son muy reconocidas aquí, gran parte de sus clientes nos han mandado una muestra de sus cuadros y hemos quedado maravillados.
-¡Qué increíble!
-Pues créalo, ¿podremos contar con usted?
-Sí... está bien...- ante la emoción, no sabía qué contestar.
-No la noto muy convencida, ¿o me equivoco?
Dudé un poco antes de volver a responder y dije:
-Está bien, ¿cuándo será el evento?
-Dentro de un mes, una semana antes, la volveremos a llamar para confirmarle el día que tiene que viajar, por supuesto, todos los gastos corren por cuenta de la empresa organizadora.
-Está bien, muchas gracias.- dije despidiéndome.
Habría pasado más o menos una hora desde que corté la comunicación con España, cuando Brisa vino a visitarme.
-¿Te has enterado de la Olimpiada del Arte, que se realizará en España?- preguntó ella.
-¿Tú, cómo lo sabes?- pregunté asombrada.
-Porque me han llamado.
-¿A ti también?
-¿Qué? ¿A ti te llamaron?- preguntó sorprendida.
-Sí, pero no sé si voy a ir.
-¿Por qué lo dices?
-No me gustaría dejar por mucho tiempo a Luciano, creo que lo mejor va a hacer que no asista.
-¡Tú te has vuelto loca, rechazarás semejante oferta, por no dejar a un hombre por tan solamente un mes, que es el tiempo que va a durar el evento!- exclamó Brisa.
-Luciano, no es solamente un hombre, él es el amor de mi vida, yo lo amo, tenemos planes en común: formar una familia, casarnos, tener hijos.
-Y me parece perfecto, los felicito, espero que sean muy felices. Pero, no creo que vayas a perder todo eso, por un viaje que durará tan sólo un mes.
-Igualmente, lo voy a consultar con Luciano.
-Como tú quieras, yo sólo te he dado una opinión.
-No, está bien, está todo bien.
Esa misma noche, le conté a Luciano, el llamado telefónico que había recibido a la tarde.
-¿Tú quieres ir, Rocío?- me preguntó él.
-No lo sé.
-¿Quieres o no?
-Sí, en realidad me gustaría ir, pero no quiero dejarte.
-Entonces, tienes que realizar ese viaje, yo te estaré esperando aquí.
-¿En serio?
-¡Claro amor!, piensa en la gran puerta que se abrirá en el exterior, yo no soy quién para pedirte que rechaces esa gran oportunidad que te regala la vida.
-Sí, pero...
-Pero nada, tú vas a hacer ese viaje y a la vuelta nos casaremos.- dijo tomándome de la cintura.
-¿En serio me dices eso amor?- pregunté emocionada.
-Sí, te amo, te amo más a nadie en esta vida y quiero que pasemos el resto de ella juntos, hasta que seamos viejitos.- respondió sonriendo.
-¡OH Luciano!- dije besándolo.
-Te amo.- dijo sin dejar de besarme.
-Yo también cariño.
El tiempo fue pasando como una ráfaga de viento, sin darme cuenta ya me encontraba preparando las maletas para mi viaje a España.
-¿Tienes todo preparado?- me preguntó Brisa.
-Sí, ¿y tú?
-También, pero no quiero verte con esa carita. ¡Vamos a un certamen, no a la guerra!- exclamó haciéndome sonreír.
-Tienes razón.- dijo Luciano, tomando mis maletas para transportarlas al auto.
Él nos llevó en su auto hacia el aeropuerto. Cuando anunciaron por el altavoz nuestro vuelo, Brisa se despidió de él y cuando ella ya estaba a unos metros de distancia, le dije:
-Prométeme una cosa.
-¿Qué quieres que te prometa?
-Prométeme, que no me vas a olvidar.
-¡Cómo dices eso, tranquila, estaremos en contacto periódicamente!- dijo abrazándome.
-Igualmente, prométeme que nunca me vas a olvidar.
-Está bien, prometo que nunca te olvidaré, siempre serás mi princesa.
-Gracias Luciano, nunca te olvides que te amo.- dije besándolo.
-Tú, nunca te olvides que te amo.- dijo besándome también.
Cuando nos encontrábamos en el avión, Brisa me dijo:
-Cuando menos lo pienses, estaremos de nuevo en este aeropuerto.
-Puede ser.- sólo le contesté.
Cuando el avión despegó, pensé: “Te amo Luciano, ojalá sea como dice Brisa, no me olvides.”


FIN DEL CAPITULO II


Última edición por Brisa Marina el Lun Jun 23, 2008 11:50 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Brisa Marina Lun Jun 23, 2008 11:49 pm

CAPITULO III


Madrid- España.

-¡Qué hermoso hotel!- dijo Brisa entrando a la hostería.
-Sí, es muy bonito.- respondí.
Nos acercamos a la conserjería y allí nos pidieron nuestros datos para registrarnos. Después un botones, tomó nuestro equipaje y nos guió hacia la habitación que nos había tocado.
Dentro del cuarto, mientras comenzábamos a desarmar nuestro equipaje, Brisa me preguntó:
-¿Te sientes un poco mejor?
-Sí, aunque un poco rara; estamos muy lejos de casa y eso un poco me asusta.
-No tengas miedo, este país es formidable, sensacional.
-¿Tú, cómo lo sabes?
-Porque he estado aquí. Fue hace mucho tiempo atrás, vine a presentar un libro.
-¡Ah, ahora recuerdo!
-Esta noche, te llevaré a recorrer un poco el lugar. ¿Qué te parece?
-Me parece que nos conviene descansar, mejor mañana.
-¡Ay Rocío, estamos en Madrid, no tienes idea de lo que dices, hablas como una anciana!
-Tal vez tengas razón, pero antes llamaré a Luciano.
-¡Luciano, Luciano, ni aquí vas a dejar en paz, a ese pobre hombre!- expresó sonriendo.
Durante todo el día, estuve sola en el cuarto, como tenía una semana para que comenzara el certamen; decidí empezar a darle algunos retoques a las pintura que expondría.
Brisa, había salido a dar una vuelta por la ciudad y regresó antes de la cena. Ella es así, muy extrovertida, una polvorita, como a veces le digo, pero es mi amiga y la quiero como es.
Después de cenar, Brisa me preguntó:
-¿Vas a llamar a Luciano?
-Sí.
-¿Después vamos a pasear?, la noche está hermosa.
-Está bien.
Tomé mi celular y llamé a Luciano.
-¡Hola mi reina!- exclamó saludándome.
-Hola Luciano, ¿cómo estás?
-Bien, ¿y tú, cómo han llegado?
-Bien, nosotras estamos muy bien, Brisa te manda sus saludos.
-Dile que yo también le mando los míos. ¿Qué están haciendo ahora?
-Estamos por ir a dar paseo por la ciudad.
-Me parece muy bien, disfruta Rocío.
-Gracias cariño.
-¿Me llamas mañana?
-Sí, te llamaré, te extraño.
-Yo también reina, te amo.
-Te amo también y muchos besos amor.
-Muchos besos para ti.
-Te amo y hasta mañana si Dios quiere, Luciano.
-Te amo, te amo, te amo; adiós cariño, hasta mañana.
Cuando corté la comunicación telefónica con Luciano, Brisa me dijo en tono de burla sonriendo:
-¡Te amo Luciano, besos!
-¡Brisa!- elevé la voz.
-¡Ay, no te enojes amiga, pero qué estúpidas nos ponemos las mujeres, cuando nos enamoramos!- dijo sonriendo.
Nos encontrábamos en el lobby del hotel, esperando que nos trajeran un auto que a la tarde había alquilado Brisa, cuando recordé que había dejado toda mi documentación en la habitación.
-Voy a buscar mis documentos, los dejé en el cuarto.- dije.
-No te preocupes, aquí puedes andar tranquila, sin documentos.
-Pero por las dudas, es mejor llevarlos consigo.
-¡Está bien, voy a buscarlos!- dijo ella refunfuñando.
-Puedo ir yo, tú espera el auto.- dije.
-Ya no tenemos tiempo, ahí están estacionándolo.
-¡Ese auto alquilaste, pero has pagado una fortuna por él!- exclamé mientras lo observaba a través del vidrio.
-Bueno, los gustos hay que dárselos en vida, ¿te gusta?
-¡Es hermoso!
-Bueno, sube, que yo iré por tus documentos.
-Está bien.- expresé sonriendo.
Cuando ya me encontraba en el vehículo, Brisa dijo entrando:
-Aquí están tus benditos documentos, los guardaré aquí.- dijo colocándolos en la guantera.
Brisa, puso en marcha el motor y nos encaminamos a recorrer la ciudad. Madrid, es una hermosa metrópoli, hay movimiento de gente tanto de día como de noche, pareciera que la ciudad tuviera vida propia, que nunca durmiera.
Fuimos a un bar a tomar un café y a nuestro regreso al hotel, Brisa se dio cuenta en el camino, que estábamos perdidas. Habíamos tomado una ruta equivocada, detuvimos el auto en la banquina, para contemplar el mapa de la ciudad, porque en verdad estábamos realmente extraviadas en el medio de la nada.
La noche se encontraba sin una sola constelación, por el cielo nublado, que no le dejaba paso a la luna; por eso el paraje donde nos encontrábamos, parecía aun más lúgubre. Solamente era ruta y bosque, de vez en cuando pasaba uno que otro auto, nos encontrábamos solas y eso me causaba pánico.
Mientras Brisa observaba el mapa, yo dirigía la mirada hacia nuestro alrededor. De pronto... pude divisar, que a unos metros detrás de nosotras, un auto se estacionaba; era un automóvil grande de color oscuro, tenía los vidrios polarizados y de él salieron dos hombres, que venían encaminándose hacia nosotras, no podía verles bien la cara por la oscuridad del lugar, lo único que atiné, fue a avisarle a Brisa que se encontraba muy concentrada mirando el mapa.
-¡Brisa!
-¿Qué sucede?- preguntó mirándome.
-Dos hombre se dirigen hacia aquí, mira por el espejo retrovisor.- expresé preocupada.
-¿Qué querrán, serán policías?- preguntó ella extrañada.
-No creo que sean policías, tengo miedo, traba bien las puertas y sube las ventanillas por favor.- dije mirando hacia atrás.
Cuando quisimos cerrar todo, nos encontramos con que no podíamos hacerlo manualmente, puesto que el auto tenía mecanismos automáticos, para trabar las puertas y subir las ventanillas, mecanismos que no podíamos hacer andar; ya los hombres se encontraban muy cerca de nosotras.
-¡Brisa, apresúrate, busca algún botón, toca todos los botones, ellos ya casi están acá!- grité tratando de ayudarla.
-¡No puedo, no puedo encontrar el botón que traba las puertas y cierras las ventanillas!- gritó desesperada.
Miré hacia atrás por el espejo retrovisor y aquellos hombres ya no estaban más a nuestra vista, miré hacia todos lados, pero no podía ver nada, aunque el auto aun se encontraba estacionado detrás de nosotras.
-¡Hola guapas!- dijeron ellos apareciendo a nuestro lado.
-¡Brisa, has algo!- grité con desesperación.
-¡Estoy paralizada, no puedo, no puedo!- gritó al borde del llanto.
-¿No nos invitan a dar una vueltita?- preguntó el individuo que se encontraba parado al lado de Brisa.
-¡Brisa, enciende el motor, vayámonos de aquí, eso es lo que ya teníamos que haber hecho!- grité.
Ella atinó a encender el motor, pero el hombre que se encontraba a su lado, se lo impidió, como las ventanillas se encontraban bajas, él pudo pasar su brazo a través de ella y tomó la mano de Brisa fuertemente.
-¡Baja ya del auto!- me ordenó la persona que se encontraba a mi lado, abriendo la puerta.
No me quedaba otra opción, así que descendí del vehículo, aquel individuo me tomó de los pelos y me empujó hacia el auto. Brisa, tuvo que hacer lo mismo, aquellos hombres eran muy agresivos y no nos convenía contrariarlos.
-Si lo que desean es dinero, ahí en la cartera hay, tómenlo y váyanse por favor.- dije aterrorizada.
Ellos se reían, se reían con una sonrisa irónica.
-Guapa, no queremos tu dinero, te queremos a ti.
-¿Cómo dice?- pregunté aterrorizada.
-¡Vamos, no se van a hacer ahora, las carmelitas descalzas!- dijo uno de ellos manoseando a Brisa.
-¡Déjennos por favor!- exclamé aterrada.
-¡Déjame!- dijo Brisa llorando.
-¡Mira, las niñas no quieren que las toquemos, parece que les damos asco!- dijo el hombre que me sostenía.
-Pues, entonces les daremos una lección.- dijo el otro.
El individuo que sostenía a Brisa, sacó un revolver de su pantalón y apuntándole le gritó:
-¡Pide perdón, perra!
-¡No!- gritó Brisa.
-¡Déjela, no le haga daño!- grité.
-¡Tú, te callas!- me increpó el que se encontraba conmigo, dándome una trompada en el rostro.
-¡Pide perdón, prostituta!- le gritó nuevamente a Brisa, apuntándole.
-¡No!- volvió a gritar ella llorando.
-¡Con que no!, ¿eh? Pues mira, lo que le pasa a las personas que no son obedientes.- dijo mirándome a mí y después le descerrajó un tiro en el pecho a Brisa. Ella me miró y después cayó desplomándose en el suelo.
En ese momento grité, grité de terror, de pánico, de miedo.
-¡Mira lo que has hecho, fíjate si está muerta, que yo haré callar a esta perra!- gritó el hombre que me sostenía.
-¡Está muerta, está muerta!- gritó el que le había disparado, con cierto nerviosismo.
-¡Tú estás completamente loco, ahora nos buscará la policía por un homicidio!
-Mejor vayámonos, vayámonos ya.
-¿Y qué haremos con ésta?- preguntó refiriéndose a mí.
-Pues, mátala también.
-¿Quieres cargar con dos cadáveres?- preguntó sonriendo irónicamente.
El hombre que me sostenía, comenzó a golpearme; me pegó en la cabeza haciéndome caer, me pateó el estómago cuando estaba tirada en el piso, me golpeo tanto, que ya no recuerdo lo que sucedió después.


FIN DEL CAPITULO III
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NOVELA AMISTAD... O ¿TRAICIÓN? Empty Re: NOVELA AMISTAD... O ¿TRAICIÓN?

Mensaje por Brisa Marina Vie Jun 27, 2008 1:22 am

CAPÍTULO IV


Cuando desperté, me encontré en un lugar muy extraño para mí, miré a todo mi alrededor y vi acercarse a un hombre que me sonreía.
-¡Vaya que ya has despertado, guapa!- dijo acercándose.
No le contesté, estaba aterrorizada, aunque no sé lo que me causaba ese miedo hacia él, porque no podía recordar nada, no sabía lo que me había sucedido.
-¿Te encuentras mejor?- me preguntó tocando mi frente.
Sin responder, quité su mano.
-Tranquila, no te voy a hacer daño.- dijo con una sonrisa.
Me puse a llorar, me encontraba confundida; quise intentar hablar pero no pude, sólo balbuceaba, me había quedado muda.
-Serénate, entiendo que no puedes hablar, no te preocupes. Soy doctor, me llamo Manuel Barcelona, como la ciudad y pronto te encontrarás mejor, descansa, estás en mi casa, yo te cuidaré.- dijo de una manera muy tierna.
No podía dejar de llorar; entre la confusión de no saber qué estaba haciendo allí y que no podía pronunciar una sola palabra, sentía dentro mí, una impotencia terrible.
-No llores más. ¡Ay pequeña, no sé quién te ha hecho esto, por favor no llores más!- exclamó con un dejo de tristeza.
Se notaba que ese hombre era una buena persona, que quería ayudarme, lo presentí cuando lo escuché hablando con un policía que había llegado.
-¿Cómo se encuentra?- preguntó el oficial.
-Un poco mejor, no puede hablar, recién acaba de despertarse.- le respondió Manuel.
-¿Qué será lo que le sucedió?- preguntó el policía.
-Pues quién sabe, está muy golpeada, creo que la dejaron porque la creyeron muerta.
-Bueno, entonces, ¿tú harás cargo de ella?
-Sí, quédate tranquilo.
-Mañana me daré una vuelta para ver como sigue.
-Está bien, te acompaño a la puerta.
Cuando el oficial de policía se retiró, Manuel me dijo:
-Ese señor que estaba hablando conmigo, es el oficial principal de la policía; se llama Fernán Aguirre y es muy buena persona, quiere ayudarte como yo.
Al escuchar sus palabras, sólo pude mirarlo.

Dos meses después...


-¿Manuel, dónde te encuentras, tío?- preguntó el oficial Fernán Aguirre entrando a la casa.
-¡Aquí, ven!- respondió Manuel.
Fernán se dirigió hacia el fondo de la casa, donde Manuel se encontraba sentado en un sillón de jardín, contemplándome pintar.
-¡Ah, estás aquí hombre!- exclamó Fernán.
-Sí, siéntate, estoy observando a la señorita sin nombre.- respondió Manuel.
Así me llamaba él, desde que me había cobijado en su casa.
-¿Cómo se encuentra ella el día de hoy?- preguntó Fernán sentándose a su lado.
-Como siempre, no habla, sólo balbucea, pero ya hablará algún día y ese día creo que se develará el misterio que llevaba con ella.
-Por lo menos se está reponiendo de sus golpes.
-Sí, ¿qué has podido averiguar sobre ella?
-Nada, no hay nada, nos encontramos ante una persona que no tiene identidad.
-Bueno, por lo menos, algo podemos saber.- dijo Manuel mirándome.
-¿Qué Manuel?- preguntó asombrado Fernán.
-Que sabe pintar, mírala y lo hace muy bien.
-Tienes razón, parece ser una profesional.- dijo mirándome.
-Sólo pinta peces, sólo peces.
-¡Qué extraño!, ¿no?
-Sí, es muy extraño, pero lo hace bien, muy bien.
Cuando Fernán se retiró, Manuel se acercó a mí preguntándome:
-¿Quieres tomar un refresco?
Moví la cabeza asintiendo.
Después de servirlo, me lo entregó, estaba delicioso.
-¿Sabes una cosa?, no me agrada llamarte señorita sin nombre, así que te pondré uno provisorio, hasta que puedas hablar. ¿Qué te parece?
Asentí moviendo la cabeza.
-Bueno, entonces si estás de acuerdo, te llamaré Luna, ¿te gusta?
Ese nombre me resultaba familiar, me agradaba, así que moviendo la cabeza, asentí su idea de llamarme de ese modo.
-Bien Luna, ahora quisiera que dejes de pintar eso tan hermoso que estás haciendo y que te sientes a mi lado, porque tengo un regalo para ti.- dijo Manuel extendiendo la mano para ayudarme a levantar, puesto que me hallaba sentada en el pasto.
Tomé su mano tan viril y juntos nos dirigimos hacia donde se encontraban los sillones de jardín. Me senté esperando el regalo que tenía él para mí.
Regresó con un gran paquete que me fue entregado, después de abrirlo, pude ver que se trataba de una pizarra con una tiza.
-Como no puedes hablar, pensé que tal vez puedas expresarte, escribiendo.- dijo con cierta timidez.
Sonreí e inmediatamente tomando la pizarra entre mis manos, escribí:
“Muchas Gracias”.
Manuel, miró la pizarra y me sonrió diciendo:
-De nada.
Después comencé a escribir:
“Me gusta mucho el nombre que me has puesto.”
Él al leer sonrió y luego dijo:
-¿Puedes recordar algo de lo que te ha sucedido?
Escribí:
“No sé quién soy, ni cómo llegué aquí, lo siento.”
-Voy a contarte cómo fue el día en que llegaste a mi casa, en realidad te traje, porque estabas muy mal herida.
Aquel amanecer yo regresaba del hospital, porque había estado haciendo una guardia. En el camino a mi casa, pude divisar a unos metros de distancia, a una persona que se encontraba tirada a la vera del camino, eras tú esa persona, te encontrabas tirada en medio de un gran charco de sangre. Estacioné mi auto cerca de ti y descendiendo de él me acerqué tomando primeramente tu pulso, por suerte estabas aun estabas con vida.- dijo sonriendo.
Yo también sonreí asombrada ante su relato, no podía recordar nada de lo que me estaba contando Manuel. Él continuó diciendo:
-Te subí a mi auto y te llevé al hospital; mientras curaban tus heridas llamé a la policía, a Fernán, que es muy amigo mío. Él llegó lo más rápido posible, para interiorizarse sobre ti; después de que curaron, quedaste unos días en observación hasta que me hice cargo de ti y te traje aquí, a mi casa.
Tomé la pizarra y escribí:
“Muchas gracias.”
-De nada, Luna. Después de que traje a mi casa, pedí una licencia en mi trabajo en el hospital, para poder cuidarte y al cuarto día de que te encontrabas viviendo aquí, despertaste. No sé lo que habrá sucedido aquella noche, sé que tú no puedes recordarlo, pero no te preocupes, algún día recobrarás la memoria.
Escribí en la pizarra:
“Eso espero, ojalá así sea.”

Dos meses después...


Fernán llegó a la casa de Manuel a verme, todos los días religiosamente se daba una vuelta para interiorizarse sobre mí.
-¿Dónde está Luna?- preguntó Fernán.
-Está en el parque pintando peces como siempre, mira todos los cuadros de pececitos de colores que ya tengo en toda mi casa.- respondió Manuel señalando las bosquejos.
-Bueno, por lo menos no necesitas un decorador, Luna ya se ha encargado de ese trabajo.- dijo sonriendo Fernán.
-Creo que tienes mucha razón.
-¿Puedo pasar a verla?- preguntó Fernán.
-¡Claro hombre, esta es como tu casa!- respondió Manuel acompañando a su amigo.
Me encontraba contemplando el ancho mar azul.
-¡Hola Luna!, ¿cómo te encuentras hoy?- me preguntó Fernán.
Como llevaba mi pizarra conmigo, escribí en ella mi respuesta:
“Bien, ¿y usted?”
-Bien hermosa, bien.- respondió leyendo la pizarra.- ¿Puedes recordar algo de lo que te ha sucedido?
“No, no puedo recordar nada, lo siento”, respondí.
-Está bien querida, no te preocupes, que algún día vas a recordar.
“Eso mismo dijo Manuel.”, escribí.
Fernán me miró y acariciando tiernamente mi cabeza sonrió, luego se fue a sentar al lado de Manuel.
-No puede recordar nada.- le dijo Fernán a Manuel sentándose.
-No, no puede, creo que ya estoy perdiendo las esperanzas.
-No debes pensar así, ella tiene que volver a hablar.
-¡Ay Fernán, no sabes cuánto me gustaría que eso suceda alguna vez!
-Bueno, por lo pronto, mañana voy a ver a Luciano, el investigador privado que conocí la otra vez.- dijo Fernán.
Al escuchar aquel nombre, algo increíble sucedió en mí, de pronto pude decir:
-¡Luciano!
Pasmados Manuel y Fernán, se incorporaron de sus asientos y acercándose a mí preguntaron sorprendidos:
-¿Cómo has dicho?
Miré sus rostros que me miraban atónitos y pude darme cuenta de que podía hablar.
-¿Han visto a Luciano?- pregunté.
-¿Quién es Luciano?- preguntó sin salir de su asombro Fernán.
-No lo sé.
-¡Te has dado cuenta del milagro que se ha producido, has vuelto a hablar Luna!- exclamó Manuel abrazándome y llorando a la vez.
-Gracias Manuel.- dije.
-¡Tienes una hermosa voz, Luna!- dijo Fernán abrazándome.
-Gracias por todo Fernán.- dije llorando de emoción.
Luego tomando la pizarra entre mis manos, le dije emocionada a Manuel:
-Gracias Manuel, toma, creo que ya no la voy a necesitar más.
Manuel, tomando la pizarra, me dijo casi al borde del llanto:
-No sé quién eres, pero de lo que estoy plenamente seguro, es que eres una persona muy especial.


FIN DEL CAPITULO IV
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Mensaje por Brisa Marina Sáb Jun 28, 2008 1:24 am

CAPITULO V

Siete años después...


Desde aquella vez que había recobrado la voz, continué viviendo en la casa de Manuel. No tenía otro lugar donde ir, me encontraba en un país desconocido y si a eso le sumamos que no podía recordar nada de mi vida anterior; lo único que rondaba en mi mente era el nombre Luciano, que no significaba nada para mí en aquel momento.
Manuel, se había convertido en un gran amigo en quien podía confiar, después de todo, él me había salvado la vida.
Mientras trabajaba en el hospital, yo me encargaba de la atención de la casa.
Una noche, Manuel regresó muy tarde de su trabajo.
-He tenido un día espantoso, no tienes la menor idea de lo traumático que es al final del día esta profesión.- dijo él comenzando a cenar.
-Bueno, pero si tú la elegiste, en cierto modo sabías en qué te metías.
-Tienes mucha razón, no me puedo quejar, tengo que dar gracias a Dios por poder trabajar en la profesión que elegí.
-Manuel, es así, no todo es color de rosa en esta vida.
-¿De dónde habrás salido tú?- preguntó sonriendo.
-¿A qué te refieres?
-A que tienes una espontaneidad para decir las cosas, una filosofía de lo que es la vida, eres muy especial.
-Muchas gracias por el halago.- dije sonriendo.
-¿Y tú?
-¿Y yo, qué Manuel?
-¿Has podido recordar algo de tu pasado?
-No, quiero, hago un esfuerzo pero no puedo.
-Algún día recordarás, por lo menos sé que no eres de este país, por tu forma de hablar.
Esa noche tuve una pesadilla, nunca antes desde que Manuel me había salvado la vida, había tenido un sueño así.
Me desperté sobresaltada llorando. Manuel, que dormía en la habitación de al lado, se despertó por el sonido de mi llanto, corrió a mi cuarto y me encontró sentada en la cama llorando con desesperación.
-¿Qué sucede, qué te pasó?- preguntó preocupado.
-He tenido una pesadilla terrible.- respondí entre sollozos.
-Tranquila preciosa, mira, iré a la cocina a preparar un café como a ti te gusta y me cuentas lo que soñaste.- dijo acariciando mi cabello.
-Está bien, ahora me levanto y voy contigo.
Con el café recién servido, Manuel me pidió que le contara la pesadilla que había tenido.
-Fue horrible, en aquel sueño me encontraba a la vera de una ruta, en medio de la oscuridad. Estaba dentro de un auto junto con una mujer llamada Brisa, ella estaba con un mapa en sus manos, creo que estaba buscando un camino porque nos habíamos perdido, después todo es muy borroso; escuché un disparo, aquella mujer cae muerta en medio de un charco de sangre y justo ahí me desperté.
-¿Relacionas algo de lo que viste en el sueño, con lo que te sucedió en la ruta aquella noche que te encontré moribunda?- preguntó pensativo.
-No lo sé, no sé quién es esa mujer llamada Brisa, no sé.- dije tomándome de la cabeza.
-Está bien, no te sientas mal. Mira, justamente estuve hablando ayer con un psiquiatra amigo y le comenté lo que te sucede y me dijo que puedes llegar a recuperar la memoria.
-¿Cómo dices Manuel?
-Este médico amigo, dijo que existe una nueva técnica para que los enfermos que perdieron la memoria, puedan recobrarla.
-¿Y cómo es ese método?
-Tiene un nombre raro, ni yo lo recuerdo, pero dice que es eficiente. La técnica que utilizan, es la de dirigir el sueño del paciente a donde ellos quieren llegar.
-¿Quieres decir, que ellos fabrican los sueños?
-No, eso es irreal, lo que ellos hacen, es vigilar el sueño del paciente y cuando notan algo que les pueda servir por más mínimo que sea, ordenan al paciente a que continúe orientándose hacia ese lado.
-Es un poco complicado, ¿no?
-Así parece, pero la ciencia ha avanzado demasiado en pos de la humanidad.
-¿Tú piensas que si yo me expongo a esa técnica que te dijo tu amigo, pueda recobrar la memoria?
-Creo que sí, después de todo, no pierdes nada con intentar.
Me quedé pensando un rato y después le dije:
-Manuel, dile a tu amigo, que me gustaría que él realice esa técnica conmigo.
-¿Lo dices en serio?- preguntó asombrado.
-Sí, quiero enfrentarme con mi pasado, quiero saber quién es esa tal Brisa y ese tal Luciano. Quiero recobrar mi vida.
-Me parece perfecto, mañana hablaré con él.- dijo muy contento.
-Creo que nunca voy a dejar de agradecerte todo lo que haces por mí.
-No es nada, ¿vamos a dormir?- preguntó sonriendo.
-Manuel, quisiera pedirte un favor antes.- dije tímidamente.
-Dime.
-Es que... no me animo.- me puse muy nerviosa.
-¡Dime guapa, de una vez!- exclamó curioso.
-¡Ay, qué gallego lindo eres!- dije riendo.
-¿Cómo me has dicho?
-Gallego, en la Argentina nosotros llamamos cariñosamente así, a los Españoles.
-¡Con que gallego, eh!- exclamó sonriendo.
-¡Te he incomodado, te pido perdón!- dije al darme cuenta que Manuel se había quedado pensativo.
-No, no me he incomodado, sólo que tú has dicho algo que ya presentía.
-¿A qué te refieres?
-A lo que has dicho, que nosotros en Argentina, tú eres de ese país.
-Tienes razón, lo dije inconscientemente, tal vez mi memoria quiera aflorar.
-Pero, si eres de ese país, ¿qué es lo que estás haciendo aquí a tantos kilómetros de distancia?
-Pues no lo sé.
-Mira, mejor mañana urgentemente hablaré con mi amigo.
-Está bien.
-Bueno, ahora antes de dormir, dime lo que querías comentarme.
-¡Ah! Está bien, quería pedirte que si tú quieres...
-¡Habla de una vez, Luna!- dijo elevando la voz.
-Bueno, si tu quieres dormir conmigo esta noche, porque tengo mucho miedo, es por la pesadilla que tuve.- dije sintiéndome un poco aliviada.
-¿Eso era?
-Sí.- respondí bajando la mirada.
-Tú quieres que duerma a tu lado para hacerte compañía nada más, ¿no?
-Sí, Manuel.
-Está bien, vale, dormiré contigo, ¿contenta?
-Sí, muy contenta, te quiero mucho Manuel.- dije abrazándolo.
Sin darnos cuenta en aquel abrazo, algo dentro nuestro sucedió, mis labios se posaron sobre los labios de Manuel, nos fundimos en un apasionado beso. En aquel momento, el fuego de la pasión nos llevó al dormitorio; Manuel comenzó a quitarme la camisón mientras me besaba apasionadamente, yo hice lo mismo con su pijama. Esa inolvidable noche hicimos el amor, hicimos el amor como un acto sublime de dos seres entrelazados entre sí, por la llama de la pasión. El fuego de los leños incandescentes del hogar, acompañaba el danzar de nuestros cuerpos fundidos en uno solo.
Al día siguiente, Manuel me despertó trayéndome el desayuno a la cama.
-Buenos días, guapa.- dijo sirviendo el desayuno.
-Buenos días, Manuel.
-Para una reina, un frugal desayuno.- dijo haciendo una reverencia.
-Muchas gracias, su majestad.- respondí a su halago con una sonrisa.
-Bueno mi reina, usted desayune tranquila, que su rey se va a trabajar.- dijo besándome.
-¿Verás hoy a tu amigo, el psiquiatra?
-Sí, primero pasaré por su consultorio.
-Está bien.
-Que tengas un buen día, reina.- dijo besándome nuevamente.
-Muchas gracias, su majestad.
Ese día me encontraba muy feliz, hacía mucho tiempo que no me sentía así, creo que me estaba enamorando de Manuel, pero el nombre Luciano parecía impedir que mi felicidad fuera completa.
Salí a dar una vuelta por el pueblo, necesitaba comprar unos víveres. Cuando regresaba a la casa, me encontré en el camino con Fernán, al que ya consideraba un gran amigo. Le conté lo que me había comentado Manuel sobre el médico psiquiatra, que podía hacer que recuperara la memoria y él interiorizándose, me pidió que lo tuviera al tanto si llegara a recordar algo de mi vida pasada.
A la noche después de cenar, Manuel me pidió que nos sentáramos en la sala, a conversar sobre lo que había hablado con su amigo.
-Hoy estuve conversando con Horacio, el psiquiatra, sobre tu caso.- dijo Manuel.
-¿Qué te dijo?
-Me dijo que si tú estabas dispuesta a recobrar la memoria y enfrentarte con tu pasado, mañana podría atenderte en el hospital en el que trabaja.
-¿Mañana?- pregunté asombrada.
-Sí, ¿no quieres?
-¡Claro, que quiero!
-Bueno, entonces mañana temprano te llevaré para que lo conozcas.
-Gracias Manuel, eres tan bueno conmigo.- dije abrazándolo.
-¡OH, no es nada!- dijo besándome.


FIN DEL CAPÍTULO V
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NOVELA AMISTAD... O ¿TRAICIÓN? Empty Re: NOVELA AMISTAD... O ¿TRAICIÓN?

Mensaje por Brisa Marina Dom Jun 29, 2008 10:09 pm

CAPITULO VI


Al día siguiente muy temprano, llegamos al hospital donde me atendería el médico amigo de Manuel.
-Buenos días Manuel.- lo saludó su amigo.
-Buenos días Horacio, aquí he traído a tu nueva paciente. Luna, el es el doctor Horacio Alcántara.
-Mucho gusto, doctor.- dije extendiendo la mano.
-El gusto es mío, Luna.- dijo saludándome.
Pasamos a su consultorio, nos sentamos y el doctor Alcántara me preguntó:
-¿Estás segura, de querer recobrar la memoria?
-Sí, doctor.
-Bueno, entonces te explicaré en qué consiste esta técnica.
-Está bien, doctor.
-Es muy sencilla, consiste en ubicarte en una sala aislada en la que puedas dormir, antes de acostarte, mi equipo colocará sobre tu cabeza una especie de cables, que estarán conectados a una máquina tipo computadora y ésta estará a su vez, conectada a un monitor donde podremos observar tu sueño, como si estuviéramos siendo espectadores de él.
-¡Qué increíble!- exclamé asombrada.
-Cuando percibamos que en tu sueño, tú puedes darnos una pista fija, sobre lo que te sucedió antes de perder la memoria; te daremos una orden para continúes con ese, porque como debes saber, cuando soñamos, muchas veces saltamos de un sueño a otro.
-Entiendo. ¿Cómo sabré cuándo deba continuar con el mismo?
-Porque a pesar de estar dormida, podrás escuchar nuestra voz. Imagina, que dentro de tu cerebro hay un montón de personas, observando y escuchando lo que tú estás soñando, como si estuvieran viendo una pantalla de cine. Pues esto es igual.
-Está bien doctor.
-Bueno Luna, ¿estás lista para descubrir los secretos del inconsciente?
-Sí, doctor.
Mientras el doctor Alcántara y su equipo de ayudantes preparaban todo para la terapia, Manuel se acercó a mí preguntándome:
-¿Tienes miedo?
-Un poco, pero todo va a salir bien, ¿no?
-¡Claro que sí, yo estaré cerca de ti, no debes temer nada, yo estaré contigo!
-Gracias, querido gallego.- dije besándolo.
-¡Caramba, que no me gusta que me llames así!- exclamó.
-¡Pero si eres mi galleguito salvador!- dije tomándolo de las mejillas.
-¡Qué compradora eres, hermosa!- dijo sonriendo.
Un rato después, se acercó a nosotros el doctor Alcántara, para acompañarme a la habitación. Al entrar allí, me encontré con un cuarto muy diferente al que yo había imaginado, éste era mucho más cálido, estaba decorado con hermosos cuadros y en realidad parecía una habitación cualquiera y no una de hospital.
-Esta será tu habitación, ¿te agrada Luna?- preguntó el doctor.
-Sí, es muy bella.
-Bueno, ahora quiero que te relajes, no quiero que te obligues a dormir, deja que él sueño fluya solo. Aquí tienes unos libros si quieres leer, yo estaré detrás de aquel espejo y podrás pedir lo que necesites. Quiero que te sientas cómoda, de lo contrario esto no va a salir bien, todo depende de ti, de tu predisposición.
-Está bien, doctor.
-Bueno, ahora me voy, te dejaré sola, recorre la habitación, comienza a tener confianza con ella y cualquier cosa que precises, me lo pides. Hasta luego Luna.
-Hasta luego, doctor.
Cuando él se retiró, comencé a recorrer la habitación; miré el espejo, sabía que detrás de él se encontraría Manuel observándome, así que le di un beso al espejo.
-¡Pero mira lo que hace esta mujer!- dijo Manuel ruborizado.
-Parece que siente algo por ti.- dijo el doctor Alcántara.
-Estamos empezando una historia, pero no sé cómo va a terminar.
-Seguramente bien, ella es una hermosa mujer, con mucha personalidad.
-Sí, creo Horacio que me estoy enamorando de ella.
-¿Y quién no?
Por un altavoz que se encontraba en la habitación, escuché la voz del doctor que me preguntaba:
-¿Te encuentras bien?
-Sí doctor, estoy leyendo un libro.- respondí.
-Ya lo veo.
Al escuchar sus palabras, sonreí.
Aparentemente la lectura me estaba dando sueño, le avisé al doctor que me recostaría a descansar y entonces un equipo médico, entró a la habitación a colocarme aquellos cables que anteriormente el doctor me había comentado.
Después de que estaba todo dispuesto, me acomodé bien en la cama y sin darme cuenta me quedé dormida.
El doctor Alcántara, su equipo y Manuel se encontraban monitoreando mi sueño.
Comencé a soñar con mi vida anterior a perder la memoria; soñaba con mi casa, me encontraba en ella junto a mi perra de color negro, llamada Luna y debajo de una arcada, había una gran pecera con un montón de pececitos. Vi a Brisa llegar de su viaje a Brasil, vi cuando me entregaba el pez que me había traído de allí. Mi pasado comenzaba a asomarse de a poco.
-¡Con razón, que me decoró toda la casa con cuadros pintados de peces!- dijo Manuel.
-Había sido que ella es pintora.- dijo el doctor Alcántara.
Mientras ellos hablaban sobre lo que observaban, yo continuaba soñando. Brisa, era mi mejor amiga, casi como una hermana. También en mi sueño, pude revivir mi encuentro con Luciano; nuestros proyectos para el futuro, la llamada de España para las Olimpiadas del Arte, la despedida en el aeropuerto, todo como en una película era revivido en mi sueño.
-¡Había sido que ella tiene novio!- dijo Manuel con cierta tristeza.
-Así parece.- dijo el doctor Alcántara.
-¡Y se estaba por casar con él!
-No te pongas mal Manuel, es su pasado.
-Sí, lo sé.
Soñaba con la llegada a España, precisamente a Madrid; el hotel, la salida a dar una vuelta por la ciudad a la noche, cuando Brisa alquiló un auto, el olvido de mis documentos, la ruta, la oscuridad del lugar donde nos habíamos perdido, el acercamiento de aquel auto extraño, de donde salieron aquellos dos hombres.
-Luna, detén tu sueño ahí; en aquella noche, en que te perdiste en el camino al hotel, con tu amiga Brisa.
Me detuve en esa parte del sueño, como me había ordenado el doctor.
-Quiero que vayas muy despacio, recorriendo nuevamente los hechos ocurridos con aquellos hombres que se bajaron del auto.
Recomencé mi sueño, como lo había ordenado el doctor Alcántara. Cuando aquellos individuos bajaron de su auto y se dirigieron hacia donde nos encontrábamos apuntándonos con un revolver, el tiro homicida que recibió Brisa de parte de uno de los matones, pudo aflorar también mi verdadero nombre, Rocío Herrera. Cuando llegué a la parte donde me comenzaron a golpear, me puse a llorar, esa situación era muy traumática para mí.
El doctor Alcántara, al notar que yo no despertaba, decidió él mismo gritando por el altavoz, despertarme.
Cuando abrí los ojos, me senté en la cama llorando, no podía dejar de sollozar, tenía todo mi rostro empapado por las lágrimas derramadas.
El doctor Alcántara entró en la habitación en la que me encontraba, preguntando:
-¿Te encuentras bien?
-Sí, estoy un poco conmocionada por lo que soñé, pero estoy bien.- respondí secándome las lágrimas con un pañuelo que me había dado el doctor.
-Ahora relájate, ¿puedes recordar lo que soñaste?
-Sí, puedo recordar todo.
-Bien, ¿quieres que llame a Manuel?
-Sí, por favor.
El doctor Alcántara se retiró de la habitación, cuando entró Manuel.
-¡OH Manuel!- exclamé al verlo.
-Tranquila Rocío. Me resulta extraño llamarte así, pero ese es tu verdadero nombre.- dijo sonriendo.
-¿Tú has visto lo que yo soñé?
-Sí, cariño.
-Creo que ahora nos debemos una charla...
-Ahora no, mejor más tarde, cuando te sientas mejor.- dijo interrumpiéndome.
-Está bien, cuando tú digas Manuel.
Al fin había podido recobrar la memoria, había podido recuperar mi vida, había logrado saber al fin, quiénes eran Brisa y Luciano en mi vida.
Nos retiramos del consultorio del doctor Alcántara y nos dirigimos hacia la casa de Manuel. Al llegar allí, mientras él estacionaba su auto, yo me dirigí hacia la cocina a preparar café.
-Hace frío, ¿quieres que encienda unos leños en el hogar?- preguntó Manuel entrando a la cocina.
-Sí, Manuel.- sólo respondí.
Mientras él encendía los leños, comencé a servir el café. Luego él se sentó en un sillón frente a mí, mirándome fijamente.
-No me mires así Manuel, por favor.- dije nerviosamente.
-Siento mucho lo que te ha sucedido Luna... digo Rocío.- dijo también nervioso.
-Si quieres, puedes llamarme Luna igual.
-No, mejor te llamaré Rocío de Luna.- dijo sonriendo por los nervios que tenía en aquel momento.
-Está bien, como gustes.- dije esbozando una leve sonrisa.
-¡Así que tienes un novio que se llama Luciano y que te espera en Argentina! ¡Seguramente te debe estar extrañando mucho, por tanto tiempo que no te ve!- dijo con un tono irónico.
-No me digas eso.- expresé con pena.
-Pero si es así, tú estás muy enamorada y él seguramente continuará enamorado de ti.
Manuel se encontraba muy celoso, se le notaba demasiado, los celos le salían por sus poros y no podía disimularlo.
-Mira Manuel, yo he pasado por muchas cosas feas desde que llegué a este país.
-Tienes razón, no debí tocar el tema de ese tal Luciano, disculpa.
-No, discúlpame tú a mí, todo esto me confunde, me perturba, lo siento.- dije bajando la mirada.
Manuel, se sentó a mi lado y acariciando mi cabello dijo:
-Está bien, está bien, no te preocupes, vamos a ir paso a paso en esta nueva historia.
-¡Ay, todo esto es muy duro para mí, abrázame Manuel por favor, necesito que me abraces fuerte!- exclamé llorando.
Manuel me abrazó.
-¡Me siento tan sola!- dije sin dejar de llorar.
-No estás sola, yo estoy contigo, pase lo que pase, yo siempre estaré a tu lado.- dijo casi besándome.
Casi besándome, porque cuando intentó hacerlo, un impulso interior lo frenó.
-¿Qué sucede, por qué no me besas?- pregunté asombrada.
-Mejor será que no intimemos más, hasta que tú estés segura de lo quieres.
-¿Me amas Manuel?- me atreví a preguntar.
No me respondió, sólo bajó la mirada.
-¡Contéstame Manuel! ¿Me amas?
-No voy a responder a esa pregunta.- expresó sin mirarme.
-¿Por qué?
-Porque no quiero.
-Creo que tú eres un cobarde.- dije muy seria.
-¿Eso es lo que tú piensas de mí?- preguntó asombrado.
-¡Sí, eres un cobarde, un gallina!- exclamé elevando la voz.
-Así es como me pagas el haberte salvado la vida, está bien.
-¡Todo lo contrario, no quieras cambiar de tema para escapar de lo que te estoy expresando! Siempre estaré agradecida por haberme salvado la vida, por haberme hospedado en tu casa, por haberme regalado la pizarra cuando no podía hablar...
-¡Bueno, ya basta, me voy a dormir!- gritó reincorporándose de su asiento.
-¿Sabes lo que eres?- grité.
-¿Qué?
-¡Eres un chaval que no tiene los cojones suficientes para decir que me amas, le tienes miedo al amor!- grité con todas mis fuerzas.
-¿Y tú, tú qué sientes por mí, me amas?- preguntó acercándose a mí.
No pude contestar, me sentí paralizada, el recuerdo de Luciano volvió a mi mente y no me dejó responder con claridad y sinceridad la pregunta que me había formulado Manuel.
-¡Te das cuenta, tú también eres una cobarde!- exclamó después de mi largo silencio.


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Mensaje por Brisa Marina Jue Jul 03, 2008 2:21 am

CAPITULO VII

Un mes después...


Me encontraba tomando un café en el parque contemplando el ancho y azul mar, cuando escuché que llamaban a la puerta, me reincorporé de mi asiento y me dirigí a atender. Era Fernán, que había venido a interiorizarse sobre mí.
-Pasa Fernán, pasa. Me encontraba en el parque tomando un café. ¿Te sirvo uno?- le pregunté.
-Está bien, gracias.- dijo él entrando.
Cuando ya nos encontrábamos en el jardín, Fernán me preguntó mientras saboreaba el café recién servido.
-¿Cómo has estado Luna?
-Bien, ¿dónde has estado?, tengo muchas cosas para contarte.
-De vacaciones.
-¡Ah, con razón!
-¿Y Manuel?
-Él está en su trabajo.
-¿Cómo se encuentra?
-Creo que bien, sólo nos hablamos lo justo y necesario.
-¿Qué, riñeron?
-Algo parecido, pero nada que no se pueda solucionar con el tiempo.
-Está bien, cuéntame sobre ti.
-Tengo novedades sobre mí, quiero que me ayudes por favor, Fernán.
-Cuéntame y veré cómo ayudarte.
Le comenté lo que había sucedido con método del doctor Alcántara.
-¡Me alegro que hayas recuperado la memoria!- dijo después de escuchar mi relato.
-Ahora, necesito que me ayudes a atar algunos cabos sueltos.
-Dime.
-¿Tú estuviste en aquel lugar que me encontró Manuel aquella noche?
-Sí, cuando él te encontró tirada a la vera de la ruta desfallecida, me llamó a mi celular y fui el primero en llegar.
-¿No has visto nada extraño en aquel lugar?
-¿A qué te refieres?
-A que si estaba yo sola, ahí.
-Sí, sólo tú en el medio de la nada.
-Pero aquella noche mataron a una mujer, a mi amiga Brisa. ¿Cómo puede ser que no hayan visto el cadáver de ella?
-Pues, porque no había ningún cadáver allí.
-¿Y tampoco el auto en el que viajábamos?
-No, tampoco. Por eso es que con Manuel, siempre nos extrañó, que tú te encontraras allí en medio de la nada, sola.
-¡Pues no estaba sola, estaba acompañada por mi amiga Brisa, a ella la mataron y a mí me desmayaron de los golpes que me dieron dos hombres!
-Veo que te encuentras muy confundida y nerviosa, trata de tranquilizarte, volveré a investigar lo sucedido aquella noche.
-Estoy muy nerviosa, pero no confundida. Aquí hay algo que no me cierra, que no me termina de convencer, yo también voy a empezar a tratar de armar este rompecabezas.
-Está bien, pero ten mucho cuidado y si sabes de algo, me lo comunicas por favor.
-Quédate tranquilo y tú también tenme al tanto de la investigación.
-Te lo prometo, Luna.
-¡Ah! Otra cosa más, Fernán.
-Dime.
-Mi nombre no es Luna, mi verdadero nombre es Rocío Herrera.
-Bueno, entonces tendré que acostumbrarme a llamarte Rocío.
-O puedes llamarme Rocío de Luna, como me dice Manuel.
Después de retirarse Fernán, me cambié de ropa, tomé mi cartera y me dirigí en un taxi hacia la Casa de la Cultura de Madrid. Antes de bajar del vehículo, le dije al chofer que me esperara, que no me iba a demorar demasiado en aquel lugar.
En la puerta de entrada a la Casa de la Cultura, un portero, muy gentilmente me acompañó hacia el despacho del director. Una vez allí, el director me atendió muy amablemente.
-Tome asiento, señorita.
-Gracias señor...
-Mi nombre es Rogelio Guzmán.
-Encantada, mi nombre es Rocío Herrera.
-El gusto es mío. ¿En qué le puedo ser útil?
-Mire señor Guzmán, hace más o menos siete años atrás, recibí un llamado a mi casa de Buenos Aires, diciéndome que por ser una pintora muy prestigiosa, ustedes me invitaban a una Olimpiada del Arte. Tiempo después de aquel llamado, viajé hacia aquí con una amiga que es escritora, para concursar en dicha Olimpiada.
-¿Usted me está queriendo decir que viajó a este país invitada por nosotros?
-Sí, ¿no recuerda aquella Olimpiada?
El señor Guzmán me miró asombrado y luego me dijo:
-Mire señorita, pero me parece que usted se encuentra equivocada; nunca en Madrid hemos organizado una Olimpiada del Arte, es más, creo que ni en toda España se ha organizado tal evento.
-¿Cómo ha dicho?- pregunté atónita al escuchar sus palabras.
-Disculpe, pero creo que le han jugado una broma de muy mal gusto.
Me quedé pensativa, no podía ser cierto que tal Olimpiada no haya existido nunca. Entonces, ¿quién había sido la persona, que nos había llamado por teléfono a Brisa y a mí, para invitarnos a este país?, ¿quién se había hecho cargo de los gastos, de los pasajes y la estadía?
Me despedí del señor Guzmán, agradeciendo su amabilidad de atenderme y me dirigí hacia el hotel donde habíamos estado hospedas Brisa y yo, tal vez allí podría encontrar algún indicio.
Al llegar al hotel, me atendió el conserje, que no era el mismo, que hace siete años atrás, nos había atendido.
-Buenos días, señorita, ¿desea una habitación?
-Buenos días, señor, mire, quería hablar con usted si le es posible.
-Dígame ¿en qué la puedo ayudar?
-Hace más o menos siete años atrás, me hospedé en este hotel con una amiga.
-¡Ah!- solo dijo al escucharme.
-Mire, en realidad, yo quisiera saber si dentro de las normativas del hotel, está la de guardar día por día y año por año, el listado de pasajeros que se hospedan aquí.
-Sí, por supuesto, tenemos el listado completo.- respondió el conserje.
-Y usted ¿tiene acceso a esos archivos?
-¿A qué se refiere, señorita?
-Mire, quisiera saber, si usted se podría fijar en el listado de pasajeros de hace siete años atrás, si estamos anotadas en él, mi amiga y yo.
-Bueno, pero si usted dice que se hospedó en este hotel, seguramente está anotada.
-Es que he tenido en aquel año un grave accidente en el que perdí la memoria y hace poco tiempo pude recobrarla, por eso necesito saber lo que le he preguntado.- dije ya fastidiada.
-¡Ah!, espere un momentito, que enseguida regreso.
Me quedé un rato esperando al conserje y cuando éste regresó, lo hizo acompañado por un gran libro.
-Bueno señorita, aquí están anotadas todas las personas que se hospedaron en este hotel hace siete años atrás.
-¿Puedo mirarlo?- pregunté por el libro.
-Eso es imposible. Mire, esto no se puede hacer, va contra las reglas, si me pescan haciendo esto, me matan y después me echan; mejor dígame la fecha en la que se hospedó y yo mejor me fijo.
-Está bien, no es mi intención comprometerlo. La fecha, es el día 11 de Junio.
-Bien, buscaremos el 11 de Junio.- dijo abriendo el libro.
Cuando llegó a la fecha exacta, después de señalar una gran cantidad de nombres y apellidos que se hospedaron ese día, escuché al fin el mío.
-Por favor, ¿podría repetir el anterior nombre que dijo?- pregunté.
-Sofía Lájman.
-No, no, el siguiente por favor.
-Rocío Herrera.
-¡Ese, ese es mi nombre!- exclamé.
-Aquí dice, que junto a usted se hospedó, una señorita llamada Brisa Garrido.
-Sí, está bien. Pero nosotras hemos estado hospedadas sólo un día.
-Sí, tiene razón, se hospedaron solamente un día.
-¿No dice ahí quién se hizo cargo de los gastos del hotel?
-A ver... Sí, acá dice que abonó la estadía completa, un tal Luciano Dumas.
-¡No puede ser!- exclamé asombrada.
-Sí, miré.
Me acercó el libro y exactamente, aparecía anotado el nombre de Luciano, como el encargado de los gastos de la estadía.
-Está bien, me sorprende un poco, pero está bien.- dije atónita.
-¿Desea saber algo más, señorita?
-Sí, algo más y lo dejo continuar con su labor. ¿Se encuentra aun en el hotel las maletas pertenecientes a mi amiga y a mí?
-No señorita, aquí dice que el mismo señor que abonó la estadía, retiró el equipaje suyo y el de su amiga.
Cada vez me encontraba más desconcertada.
-Entonces, ¿no ha quedado nada perteneciente a mí?
-No, señorita. El señor Dumas, seguramente presentó algún certificado firmado por usted, para poder retirar todas sus cosas. Sí, aquí está, mire.
Exactamente Luciano había presentado un certificado firmado por mí y por Brisa para poder retirar mi equipaje y el de ella. Firma, que era falsa, que nunca realicé.
-Bueno, muchas gracias por su atención.- dije desconcertada.
-Señorita, creo que usted nunca firmó esa autorización, ¿o me equivoco?
-No se equivoca, nunca la he firmado.- respondí.
-Entonces, ¿puede aceptar un consejo?
-Sí, dígame.
-Vaya a la policía, haga la denuncia, porque lo que ha hecho ese hombre, es un delito.
-Tiene mucha razón y gracias por todo.
-De nada y mucha suerte.
-Gracias, la necesitaré.


FIN DEL CAPITULO VII
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Mensaje por CRISTAL Sáb Jul 05, 2008 10:28 pm

Wowwwwwwww qué interesante trama, la seguiré hasta el final, me gusta como escribe. 01
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Mensaje por Brisa Marina Dom Jul 06, 2008 10:25 pm

Gracias linda pero no me trates de usted, puedes tutearme somos todos amigos en este foro. 09
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Mensaje por Brisa Marina Dom Jul 06, 2008 10:42 pm

CAPITULO VIII


Me encontraba muy desconcertada, muy aturdida cuando salí de aquel lugar; le pedí al taxista que me llevara a la casa de Manuel, en realidad necesitaba descansar y reordenar mis ideas.
Cuando entré en la vivienda, me encontré en la cocina con Manuel, que estaba tomando un café.
-Hola Manuel.- sólo lo saludé.
-¡Rocío de Luna!, ¿dónde has estado, mujer?, te he buscado por todos lados y no te pude encontrar.
-Estuve en la Casa del Arte y en el hotel donde me había hospedado, el día que llegué a Madrid.
-¡Estaba muy preocupado por ti!- volvió a decir muy nervioso.
-¿Desde cuándo te preocupas por mí?, si ni siquiera me diriges la palabra.
-Mira Rocío de Luna, no quiero continuar más enfadado contigo, esta situación me duele mucho.- dijo serio.
-A mí también me duele Manuel, pero eres tú el terco que no quiere develar sus sentimientos, como si al hacer eso, tú quedaras al descubierto.
-¿Y tú?
-Y yo, ¿qué?
-Bueno, déjalo así.
-Es lo mejor. Hoy estuvo de visita Fernán.- dije cambiando de tema.
-¡Así!
-Sí, vino a verme y a verte a ti.
-¡Ah!- sólo dijo.
Le comenté a Manuel sobre la conversación que había sostenido con Fernán y de lo que me había sucedido en la Casa del Arte y en el hotel.
-Todo es muy extraño, nunca vimos nada en el lugar donde te encontré.- dijo él.
-Hay muchas cosas que no me terminan de convencer. Primero, que nunca vieron el cadáver de Brisa ni el auto en el que viajábamos; segundo, que nunca existió la Olimpiada del Arte y tercero, que Luciano Dumas, justamente Luciano, retiró nuestro equipaje del hotel con una autorización firmada por mí, autorización que jamás firmé.
-Tienes razón, ¿cómo me has dicho que se apellida ese tal Luciano?
-Dumas, ¿por qué me lo preguntas?
En aquel momento Manuel empalideció, se quedó paralizado mirándome sin reaccionar.
-¿Manuel, te sucede algo?- pregunté preocupada.
-Dumas, Dumas.- sólo decía.
-Sí, Dumas, ¿qué sucede Manuel?
-¿Cuántos años tiene él?
-Treinta y seis, ¿por qué?
-Porque yo tengo treinta años.
-No entiendo, ¿podrías ser más explícito?
-Tengo que confesarte algo, Rocío de Luna.
-Dime.
-Es que no sé cómo empezar.
-¡Pues por el principio chaval, deja de dar vueltas por favor!- exclamé enfadada.
-Está bien, es una historia muy larga y muy dolorosa la que te voy a contar, solamente la conoce Fernán, que para mí es como un hermano.
-Te escucho.
-Hace treinta años, en la Argentina, hubo un golpe militar.
-Sí, eso lo sé.
-Bueno, yo no soy Español, soy Argentino.
-¿Cómo dices?- pregunté atónita.
-Lo que sucede, es que soy hijo de desaparecidos; mi madre estaba embarazada de mí cuando se efectuó el golpe militar. Ella era catequista en una parroquia de Buenos Aires. Un día, mi madre saliendo de la Iglesia, fue interceptada por uno de los famosos Falcón verde, que siempre se utilizaban para secuestrar gente.
-¡OH por Dios!- exclamé asombrada.
-Mi madre aparentemente, estuvo detenida en un campo de concentración llamado: “La ESMA” o sea, la que en la actualidad es llamada: “La Escuela Mecánica de la Armada”.
-¿Cómo sabes tú, todo eso?
-Porque mi madre adoptiva me lo confesó antes de morir.
-¿Tu madre adoptiva?- pregunté sorprendida, puesto que él nunca me había contado nada de su vida.
-Sí, ella me contó cuando estaba agonizando por un cáncer fulminante, que en realidad no era mi verdadera madre, que yo soy hijo de desaparecidos. Me contó también que cuando ella estaba paseando por Buenos Aires, junto a mi padre adoptivo al cual no llegué a conocer porque falleció cuando yo tenía tres meses de vida, un militar de alto rango, amigo de mi padre, le preguntó si él quería adoptar a un bebé que recién había nacido y cuya madre había fallecido en el parto. Por supuesto, la respuesta de mi padre adoptivo fue afirmativa, mi madre adoptiva estaba incapacitada para engendrar, así que aquel bebé, era para ellos como un regalo del cielo, obviamente ese bebé... era yo.
-¡Qué increíble!- exclamé aun más sorprendida.
-Tienes razón, es increíble, pero es verdad; mis padres adoptivos me trajeron a vivir aquí con ellos, donde crecí, estudié y me hice todo un hombre.
-¿No has intentado aunque sea, saber quién era tu verdadera madre?
-Sí, antes de que mi madre adoptiva falleciera, me contó también, que un día escuchó la conversación telefónica que mi padre adoptivo mantuvo con aquel militar y pudo descubrir, que mi verdadera madre, era una catequista de la Iglesia Sagrado Corazón de Jesús, que fue secuestrada y muerta por los militares después de que yo naciera. Tal vez quiso morir con dignidad, con la conciencia tranquila, será por eso que me confesó ese secreto, que tan celosamente guardaba.
-Tal vez, pero ¿no has tratado de indagar un poco más sobre tu pasado?
-Sí, cuando mi madre adoptiva falleció, viajé a la Argentina; en Buenos Aires me recibió Rosaura, que es una de las abuelas de Plaza de Mayo y que está buscando a su nieto.
-¿Y qué pudiste encontrar allí?
-Nada, absolutamente nada. Solamente una cosa.
-¿Qué cosa Manuel?
-Pude saber el nombre y apellido de la persona que secuestró, torturó y mató a mi madre.
-¿Cómo dices?
-Fue durante mi estadía en Buenos Aires, que pude contactarme con la Iglesia donde mi madre daba catecismo. Un cura que me atendió, me dijo que durante la Dictadura, dos de sus catequistas fueron desaparecidas por el Régimen Militar. Lo que no sé, es cuál de las dos era mi madre.
-Por lo menos tienes una pista.
-Sí, espera, te mostraré una foto que me dieron en Abuelas donde están las dos juntas.
Regresó con la fotografía y pude observar en ella a dos mujeres muy bonitas y jóvenes que sonreían.
-Ambas son muy bonitas.- dije con la fotografía aun en mis manos.
-Sí.- sólo dijo.
-Manuel, tú me habías dicho que sabes el nombre y el apellido del secuestrador de tu madre.
-Sí, aquel cura me lo dijo.
-¿Quieres decírmelo?
-Sí, se llama Luis Dumas.
-¡Ah!- sólo pude decir.
-Es el padre de Luciano Dumas, tu novio.
-¿Cómo?-pregunté pasmada.
-Me lo dijo el cura, él conoce muy bien al asesino de mi madre, porque en esa época a algunos párrocos los obligaban a darles la extremaunción a los condenados a morir. A pesar que él, estaba en desacuerdo con lo que estaba sucediendo en el país en aquel momento, no le quedaba otra opción, que aceptar lo que le ordenaban los militares, si no le esperaba la tortura, como castigo al desacato. Él tuvo que presenciar el fusilamiento de su dos catequistas, me dijo que aquello que vivió, nunca va a poder ser borrado de su mente. Él vio con sus propios ojos cuando esa bestia de Luis Dumas asesinó a mi posible madre.- dijo cayéndole una lágrima de sus pupilas.
-¡OH Manuel, lo siento, lo siento tanto!- dije abrazándolo.
-Ya está, ya pasó, lo que lamento es no haber podido conocerla.- dijo llorando.
-Ya, tranquilo Manuel, tranquilo.- dije sin dejar de abrazarlo al borde del llanto.
De pronto... el llamado de la puerta de entrada, interrumpió nuestro abrazo.
-Voy a ver quién está llamando, tú sécate las lágrimas, ¿sí?- dije dirigiéndome hacia la puerta de entrada.
-Sí, está bien.
Cuando abrí la puerta me encontré con Fernán.
-¡Fernán, pasa!- dije saludándolo.
-Rocío de Luna, vine a buscarte.- dijo entrando.
-¿Sucede algo?
-He ido a buscar pistas al lugar donde te encontró Manuel y encontré algo que quiero que veas.
-Está bien, voy a avisarle a Manuel y vamos.
Le avisé y me dirigí en el auto de Fernán, al lugar donde me habían atacado aquella terrorífica noche. En el camino le iba comentando lo que había descubierto, mientras él me escuchaba muy atentamente.
Cuando llegamos, descendimos del auto y Fernán me indicó el sitio donde encontró la pista.
-Aquí es Rocío de Luna, este es el lugar donde te encontró Manuel. Ahora, si caminamos hacia aquí, exactamente aquí, aparentemente asesinaron a tu amiga, ¿puedes ver algo que te llame la atención?
-No, el pasto está muy alto.- dije.
-Pues, mira lo que se puede ver, si descorres el pastizal.
-¡Hay una cadena con un dije!- expresé tratando de tomarla.
-¡No la toques!- gritó Fernán.
-¡Fernán, me has asustado, hombre!- dije levantando la mano.
-Lo siento, pero nos puede servir como evidencia, así que haremos esto.- dijo poniéndose unos guantes de látex y tomando la cadena con el dije, mostrándomelo.
-¡OH!- exclamé sorprendida.
-¿La encuentras conocida?
-Sí, es la cadena con el dije de Brisa, mi amiga.
-Bien, eso es lo que supuse. Ahora, si nos movemos un poco para acá, podemos descorrer el pasto y...
-¡Hay manchas de sangre!- interrumpí, mientras él guardaba la cadena con el dije en una bolsa plástica.
-Eso es lo que suponía cuando pude descubrirlas, tú sabes que la mancha de sangre es difícil de borrar, más con todos los años que transcurrieron y con la sequía que hubo, estas manchas se conservaron intactas.
-Tienes razón- dije atónita.
-Pero aquí no termina todo, la sangre tiene un cierto sabor y olor que se impregna y que es muy reconocido, entonces tomé una muestra y... ¡EUREKA!!... ¿Qué sucedió?- me preguntó.
-Pues, no lo sé.- contesté algo nerviosa.
-Estas manchas no son de sangre, son de pintura.
-¿Cómo dices?- grité.
-Que aquí nunca hubo un cadáver, eso es lo que te han hecho creer a ti, porque estas manchas de pintura están esparcidas como si le hubieran tirado un tiro a un pomo de pintura roja.
-¡OH!- exclamé confundida por la situación.
-Ves querida, por qué nunca hemos encontrado un cadáver aquí, sólo estabas tú sola aquella noche. Porque si nos movemos de nuevo al lugar donde estabas yaciente, podrás ver, que si descorremos el pasto, se pueden observar unas manchas que sí son de sangre, de tu sangre; porque cuando tú estabas internada, Manuel te hizo un análisis sanguíneo. Entonces, me he tomado el trabajo de analizar una muestra de esta sangre, la hice comparar con la tuya y son exactamente las mismas.
-¡Todo eso has hecho el día de hoy!
-Es que soy muy eficiente y a parte tengo muy buenos profesionales, que trabaja para mí, en el laboratorio de análisis clínicos.- dijo sonriendo.
En aquel momento me encontraba muy confundida, le pedí a Fernán que me llevara a la casa de Manuel, porque no me sentía bien, me había bajado la presión.
-Bueno Rocío de Luna, toma este café bien cargado, para que tu presión se normalice y a descansar, has tenido mucho por hoy.- dijo Manuel.
-¿Te puedes quedar conmigo aunque sea un ratito?- le pregunté.
-Está bien, un ratito.
Manuel se recostó a mi lado, me abrazó y sin darme cuenta me quedé dormida con mi cabeza apoyada en su pecho.
Al día siguiente, mientras desayunábamos, le dije:
-Voy a viajar a Buenos Aires.
-¿Cómo?- preguntó atragantándose con la tostada que estaba comiendo.
-Que me voy a Buenos Aires, tengo algunas cosas que aclarar allá. ¿Vienes conmigo?
-¿A Buenos Aires?
-Sí, de paso puedes aprovechar para ir a visitar a las Abuelas nuevamente, tal vez tengan una noticia para ti.
-No, yo a Buenos Aires no voy nunca más.
-Pero, ¿por qué?
-Porque no.
-Bueno, como gustes, yo igualmente viajaré.
-Pues entonces, que te vaya muy bien.- dijo frunciendo el ceño.
-Manuel, ¿tú estás celoso?
-Celoso, ¿de quién?
-¡Ah claro, tú estás celoso de Luciano!- exclamé.
-De ese tío, ¡qué voy a estar celoso de ese tío, si es tu novio!
-No lo siento mi novio.
-¿Por qué?- preguntó asombrado.
-No lo sé, tal vez pasó tanto tiempo, te he conocido a ti, tal vez no estaba tan enamorada de él como me parecía.
-Pues entonces, creo que lo mejor, es que tú viajes sola, que te encuentres con él y que veas lo que sientes.
-Sí, creo que haré eso.
Esa misma tarde me dirigí al destacamento policial donde trabajaba Fernán.
-¡Así que piensas viajar, maja!- dijo Fernán.
-Sí, le propuse acompañarme a Manuel, pero él no quiso.
-¡OH! ¡Manuel, es como un roble, echa raíces en un lugar y no lo mueves de ahí, ni con un guinche!- dijo sonriendo.
-Creo que tienes mucha razón.- también sonreí.
-Bueno, pero ¿qué te ha traído hasta aquí?
-Necesitaría que me hicieras dos favores.
-¿Dos?, dime.
-Necesito que me entregues la cadena con el dije que encontraste ayer.
-¡Eso no lo puedo hacer!
-¡Por favor!- dije casi rogando.
-¿Para qué lo quieres?
-Creo que cuando llegue a Buenos Aires, esa cadena me va a ser de mucha utilidad. No sé, es un solo un presentimiento.
-¡Y por un presentimiento voy a poner en juego mi trabajo! ¿Qué hago cuando se enteren mis superiores que la cadena con el dije, no está?
-Pues... les puedes decir que se perdió, tantas cosas se pueden perder. ¡Por favor Fernán!
-¡Ay preciosa, qué compradora eres!
-¿Me lo vas a dar, entonces?
-Está bien, espera aquí, que ahora vuelvo.
Fernán, regresó con la cadena que le pedí.
-¡Gracias, te quiero mucho!- dije abrazándolo.
-¡Ay, no sé qué voy a hacer contigo!
-Desearme mucha suerte en mi viaje.
-Te has hecho querer Rocío de Luna, en serio te vamos a extrañar.
-¡Pero volveré y cuando regrese, voy a darte un gran abrazo de oso! Adiós querido amigo.- dije dándole un beso en la mejilla.
-Adiós, que tengas un muy buen viaje. ¡Ah, pero no me has dicho el otro favor!
-Me olvidaba, quería pedirte que cuides mucho a Manuel.
-¡Claro que sí, él es como un hermano para mí!
-Gracias.
-Adiós, bella.


FIN DEL CAPÍTULO VIII
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Mensaje por Tao evelin Mar Jul 15, 2008 2:33 am

NENA LEI EL PRIMER CAPITULO Y EL SEGUNDO ME GUSTA LA MANERA EN EL QUE INICIAS TU TRAMA HABLAR DE LA AMISTAD ES ALGO QUE SE HABLA DESDE EL FONDO DEL CORAZÓN Y ASI EMPIEZAS TU DEJAS VER TU LADO HUMANO, EL LADO DE LA AMISTAD ME GUSTA COMO PLASMA TUS MENSAJES Y SOBRE COMO NOS CUESTIONAS AL INICIO SEGUIRE LEYENDO........LOS SIGUENTES CAPITULOS PARA DARTE MI HUMILDE OPINION.

MIRA NENA QUE ME HAS MOTIVADO A ESCRIBIR.........HACE TIEMPO YA NO LO HAGO MUY BIEN.
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Mensaje por EROS Lun Jul 28, 2008 3:58 am

Sí como ha dicho Tao Evelin ya te he leido de a poco todos los capítulos, espero como ella los siguientes. 28
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Mensaje por CAMILA Lun Jul 28, 2008 4:58 am

Siiiiiiiiiiiiiiii yo también espero el siguiente capitulo mi chamita.
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Mensaje por Brisa Marina Mar Jul 29, 2008 7:00 am

CAPÍTULO IX


Me encontraba tomando un café en la sala con Manuel, cuando se escuchó el sonido del teléfono. Manuel fue a atender, era Fernán el que estaba llamando.
-Tienes razón Fernán, ese es un dato que no habíamos tenido en cuenta.- dijo Manuel a Fernán.
-¿Qué sucede, Manuel?- pregunté.
-Espera Fernán, te pasaré con Rocío de Luna para que hables mejor con ella.- dijo entregándome el tubo telefónico.
-¡Hola Fernán!- dije atendiendo.
-Querida Rocío de Luna, le estaba comentando a Manuel, que no habías tenido en cuenta, un detalle muy importante para realizar tu viaje.
-¿Qué detalle?
-Por lo que te ha sucedido, no posees ninguna identificación, no tienes ni tus documentos ni tu pasaporte.
-¡Tienes razón!
-Pero no te preocupes, te tramitaré la documentación necesaria para que puedas viajar lo más antes posible.
-Muchas gracias, Fernán.
-Ahora, dime tu apellido.
-Mi apellido es Herrera, pero si todos están creídos que yo estoy muerta, creo que lo mejor será cambiar mi apellido, para poder comenzar una nueva vida.
-Pero si haces eso, estarías infringiendo la ley.
-Tienes razón, pero correría ese peligro.
-Está bien, ya inventaré un apellido para ti.
-Gracias, Fernán.
-De nada.
Cuando corté la comunicación telefónica con Fernán, Manuel me dijo:
-Es muy bueno Fernán, seguramente él te ayudará a salir del país con otra identificación.
-Lo sé.
-¿Puedo hacerte una pregunta?
-Dime.
-¿Por qué quieres cambiar de identidad?
-Porque creo que en Buenos Aires, me voy a encontrar muchas cosas que no van a ser de mi agrado. El tema de Brisa, que no murió como yo estaba creída, Luciano, que retiró todo mi equipaje del hotel, incluido mis documentos; creo que me voy a llevar una sorpresa, es sólo una intuición nada más.

Una semana después...


Ya me encontraba en el aeropuerto junto a Manuel esperando que saliera mi vuelo. Los nervios de la inminente despedida, no me dejaban pensar.
-Te noto nerviosa.- me dijo Manuel.
-Sí, estoy muy nerviosa.
-¿Por qué te sientes así?
-Porque quiero llegar a Buenos Aires para ver a mis seres queridos y también quiero quedarme aquí contigo.
-Tú debes ir a tu país, tranquila.
-No puedo irme tranquila, si sé que no volveré a verte.
-Sí, que nos volveremos a ver.
-¿No te encuentras arrepentido de no viajar conmigo? Mira, que todavía estás a tiempo.
-No, mejor este viaje hazlo, tú sola.
Comenzó a rodar una lágrima de mis pupilas.
-¿Qué sucede? ¿Por qué lloras?
-Porque te amo, te amo demasiado para dejarte.- dije llorando.
Manuel, tomándome de los hombros, pasó su dedo índice por mi mejilla tocando la lágrima que salía de mi pupila.
-No llores, por favor.- dijo mirándome.
-¿Cómo no voy a llorar? si te amo.
-No digas más eso.
-¿Por qué?
-Porque no quiero.
-¿No quieres escuchar lo que siento por ti?
-Cállate.
-¡No voy a callar lo que siento, te amo, te amo desde que desperté después del ataque feroz que tuve, te amo!
-¡Basta, no digas más nada!
-No me amas, ¿verdad?
-¡Basta!
-Por eso quieres que me calle, porque no me amas.
En ese momento él me besó, ese beso fue bello, tierno, dulce.
-¿Por qué me besas?
-Algún día te lo diré.
-¡Quiero saberlo ahora!
-Están llamando de tu vuelo.
-Está bien, si no me quieres responder, te respeto.
-Me parece muy bien y ahora ve, que ya está por salir tu vuelo.
-Adiós, Manuel Barcelona.- dije dándole un beso en la mejilla.
-Adiós, Rocío de Luna Sevilla.- respondió a mi saludo.
Cuando ya estaba por encaminarme hacia la escalera mecánica que me llevaría al avión, Manuel me tomó de un brazo y llevándome hacia él me besó con pasión, con mucha pasión.
-No me olvides.- dijo después de besarme.
-Tú no me olvides.- dije muy emocionada subiendo por la escalera mecánica, mientras nos mirábamos con la mirada del amor.

Buenos Aires- Argentina.

Mientras ya me encontraba en el aeropuerto esperando que me entregaran mis maletas, podía divisar a la distancia una gran masa de gente que estaban esperando, algunos con pancartas a familiares, amigos o tal vez a algún empresario de negocios.
De lo que estaba plenamente segura y eso me entristecía, era que a mí nadie me estaba esperando.

Mientras tanto...


Madrid- España.

-¡Fernán, pasa hombre, no te esperaba!
-Vine a ver si sabes algo sobre Rocío de Luna.- dijo entrando.
-No, todavía no sé nada de ella, pero habíamos quedado de acuerdo que cuando llegue, me llame por teléfono.
-¿La extrañas?
-Mucho.
-La quieres ¿verdad?
-Más que quererla, la amo.
-Y si es así, ¿por qué no aceptaste acompañarla?
-Por lo que tú sabes, Buenos Aires me trae muy malos recuerdos.
-Está bien, respeto tu decisión.
-¿Sabes que me preguntó en el aeropuerto?
-¿Qué Manuel?
-Me preguntó, si la amo.
-¿Y qué le respondiste?
-No pude responderle.
-¿Por qué?
-Será porque soy un cobarde como ella me ha dicho una vez, pero no te olvides que ella antes de su viaje a este país estaba enamorada de otro hombre, a punto de casarse a su regreso.
-¿Tienes miedo de competir con él?
-En realidad, sí, la amo tanto que no quiero sufrir por ella.
-Bueno, te entiendo, es muy feo sufrir por amor.
-¿Quieres un café mientras esperamos su llamado?
-Está bien, antes de conocerla no tomabas café.
-Eso es una de las tantas cosas, que ahora extraño de ella.
-Mira la decoración de tu casa, es perfecta.- dijo mirando las paredes.
-¿Te das cuenta hombre, cómo voy a olvidarla? Ella me dijo en el aeropuerto que no la olvide y yo no voy a poder olvidarla nunca, estos muros siempre me recordarán el tiempo que vivió aquí.- dijo sirviendo el café.

Mientras tanto...


Buenos Aires- Argentina.

-Señorita Sevilla, aquí tiene sus maletas, ¿se las llevo a su auto?- preguntó un empleado del aeropuerto.
-No tengo auto y no me espera nadie, ¿podría ser tan amable de llamar un taxi?
-Sí, señorita Sevilla.
Cuando el taxista que vino a buscarme subió todas mis maletas, me preguntó subiendo al auto:
-¿A dónde se dirige?
-A mi casa.
-¿Cómo dice?- preguntó asombrado.
-Perdón, al barrio de Olivos.- dije sonriendo.
Nos encontrábamos muy cerca de mi casa, pensaba en mis mascotas.
Ya estábamos llegando, cuando pude observar que de mi casa estaba saliendo alguien, le pedí al chofer del taxi que aminorara la marcha y que se estacione cerca de mi hogar.
-Bueno, muchas gracias por el viaje.- dije abonando.
-Fue un gusto, señorita.- dijo descendiendo para bajar las maletas.
Cuando el taxi se retiró del lugar, me acerqué para ver bien a la persona que salía de mi casa y pude divisar que se trataba de Luciano. Me quedé en un rincón escuchando lo que le decía a una mujer que no podía ver bien...
-¡Vamos Brisa, se hace tarde!- dijo Luciano.
-Voy cariño, visto a los niños y ya vamos.
-¿Brisa, a qué Brisa se está refiriendo?- pregunté despacio.
Cuando aquella mujer salió de mi casa con dos niños, una nena y un nene, me encontré frente a una gran sorpresa... Aquella mujer, era Brisa en persona, no estaba muerta, Fernán tenía mucha razón con su hipótesis.
-¿Qué será lo que está haciendo ella con esos niños en mi casa?- pregunté.
Pronto se me develaría el misterio cuando pude escuchar:
-¡Papá, ya estamos listos!- le dijo a Luciano uno de los niños.
-Bueno Luciano, ya cerré bien la puerta, niños colóquense el cinturón de seguridad por favor!- dijo Brisa acercándose al vehículo.
-Está bien, mamá.- respondieron ambos niños.
Comencé a sentirme muy nerviosa, aquella situación me desbordaba; esperé a que se fueran y escondiendo las maletas en una mata de plantas de una vivienda vecina, me acerqué a mi casa con disimulo, para que nadie pudiera desconfiar de mí.
¡Qué ironía de la vida, tenía que cuidarme, como si fuera un delincuente para poder acercarme a mi propio hogar!
Con cierto disimulo, logré entrar a la casa, porque la puerta de entrada estaba abierta; seguramente Brisa, en el apuro pensó que en realidad estaba cerrada con llave. Allí dentro pude observar que la decoración de la misma estaba totalmente cambiada. En la sala se encontraban los cuadros y pinturas que había llevado a España, la pecera con mis peces no se encontraba en su lugar, había cuadros y portarretratos de Luciano con Brisa, de Luciano con Brisa casándose, de Brisa embarazada, del nacimiento de sus hijos. ¡OH cuánto dolor sentía en aquel momento!
Subí las escaleras para dirigirme a la habitación, al llegar allí, me encontré con una cama matrimonial, la mía ya no estaba ahí; habían construido en el altillo la habitación de sus hijos y la pecera con los pececitos, no aparecía por ningún lado. Bajé las escaleras y me dirigí hacia la cocina, la habían refaccionado toda, en toda la casa había un lujo muy ostentoso. Salí al parque, imprevistamente un perro me atacó ladrando, era Luna, mi perra querida.
-¡Luna, Luna!, ¿no me reconoces?- exclamé tratando de acariciarla para que se calmara.
La perra al escuchar mi voz, comenzó a moverme el rabo, lamía mi mano, me olfateaba y después, comenzó a correr por todo el parque de alegría. Dicen que los perros no se olvidan de sus amos; pueden estar mucho tiempo sin verlos e igualmente los pueden reconocer por el tono de voz o por el olfato.
Llamé a mi perra y ella me siguió hasta la salida, no se despegaba de mí, parecía que no quería que la abandonara nuevamente; así que decidí llevarla conmigo. Junto a ella, nos fuimos de mi casa, sin dirección alguna.
Me encontraba muy nerviosa; había perdido mi propia casa, había perdido mi identidad, había perdido a mis queridos peces, había perdido todo. Sólo había podido recuperar a Luna, mi fiel perra. No encontraba consuelo, no podía reaccionar por lo que había visto; me senté en el cordón de la vereda después de tanto caminar, a mi lado se acostó Luna mirándome.
No tenía a donde ir, me habían despojado de todo. De pronto... al darme vuelta, vi que cerca de mí se encontraba la Iglesia que concurría cuando era pequeña. Tomé mis cosas y junto a mi perra entré en ella, me senté en uno de los bancos, mientras Luna se recostó a mi lado, dirigí la mirada hacia el altar y detrás de él, vi a Jesús en la cruz, me quedé un rato contemplándolo y me puse a rezar, tenía muchas cosas para preguntarle a Dios, pero no quise hacerle ningún cuestionamiento, así que solamente recé un Padre Nuestro.
Después de rezarlo, me quedé en silencio, contemplando la cruz hasta que una voz masculina interrumpió aquel sublime momento.
-Disculpe señorita, pero no se puede entrar con perros, aquí.
Al escuchar esas palabras me di vuelta y entonces aquel hombre al verme se asombró, como si hubiera visto un fantasma, preguntando:
-¿Rocío, eres Rocío?
-Sí, Padre Mateo.- respondí sonriendo.
-¡OH Rocío, eres tú!- dijo abrazándome.
-Sí Padre, soy yo, he regresado.
-Pero hija, me habían dicho que estabas muerta, que te asesinaron en España.
-Bueno, pero como puede ver, no lo estoy.
-¡OH Rocío, ven, debes estar exhausta!
-¿Puede acompañarme, Luna?
-¡Claro que sí!- exclamó sonriendo.
En el despacho del Padre Mateo, mientras Luna dormía en el piso a mi lado, le comenté que había estado en mi casa.
-¿Qué es lo que sucedió, Padre, usted sabe algo?
-¡OH hija, es algo lamentable!
-Cuénteme Padre, entre Luciano y Brisa me quitaron todo, hasta mis peces, lo único que pude recuperar fue a Luna.
-¿Se la has robado?
-No puedo robar lo que es mío.
-Tienes razón y ya que estás tan nerviosa y angustiada, quiero que veas algo, ven.
Me dirigí junto al Padre a una habitación y allí estaba mi pecera con mis pececitos.
-¡Mi pecera, mis pececitos!- exclamé emocionada.
-Es tuya.
-¿Cómo llegó a sus manos?
-Bueno, cuando Brisa regresó de su viaje a España, dijo que tú habías muerto en un asalto. Entonces le pedí tu pecera con tus pececitos, para guardarla de recuerdo.
-¿Qué fue lo que sucedió Padre, por qué están viviendo en mi casa?- pregunté llorando.
-Primero quiero que te tranquilices hija, es una larga historia, ¿todavía te gusta el café?
-Sí, Padre.
-Bueno, preparé uno para mí y otro para ti y te contaré todo lo que sé.
-Está bien.
El Padre Mateo, regresó de la cocina con el café listo, mientras lo servía, me dijo:
-Brisa, se casó al poco tiempo que regresó de España, con Luciano. Ellos se pusieron de acuerdo, porque una tía tuya había fallecido y te había dejado una fortuna en herencia, eso sucedió cuando tú viajaste a España.
-¿Una tía mía me dejó una herencia?
-Sí, la hermana de tu madre, que residía en Estados Unidos.
-¡Ah, ya la recuerdo!, ¿falleció?
-Sí, y te legó mucho dinero.
-¡OH!, pero, hay algo que no entiendo.
-Ahora comenzarás a entender, no sé lo que habrán tramado Luciano y Brisa, pero ella firmó los papeles que le mandaron de Estados Unidos y se apropió de tu legado.
-Brisa, no pudo haber hecho algo semejante, ella me quiere o me quería, no sé.- dije al borde del llanto.
-Pues entonces, ¿cómo se explica que se tuvo que casar con Luciano para cobrar la herencia?
-¿Usted quiere decir que ella me traicionó?
-Creo que sí, ¿o no?
-No lo puedo creer, ella era mi amiga, mi hermana, era todo para mí y Luciano, que me decía que me amaba, que cuando regresara de España iba a casarse conmigo. ¡OH por Dios!- dije llorando.
-Trata de tranquilizarte, Rocío.
-¡No puedo tranquilizarme, no sabe usted Padre por lo que he pasado en Madrid, creí que me mataban y también creí que habían asesinado a Brisa!
-¿Cómo dices?- preguntó con asombro.
Le narré detalle por detalle todo lo que viví en estos cuatro años en España.
-Y si no fuera por Manuel, que me encontró moribunda y que me cuidó, ahora no estaría aquí hablando con usted.
-¡OH Dios mío, pobrecita!

Mientras tanto...


Madrid- España.

-¿Fernán, estás dormido?- preguntó Manuel.
-No, ¿qué hora es?
-Son las dos de la madrugada y aun no ha llamado Rocío de Luna, estoy muy preocupado.
-Yo también, por eso no he podido pegar un ojo.
-¿Le habrá sucedido algo?, allá son las nueve de la noche.
-Pues continuaremos esperando, no podemos hacer otra cosa.
-Iré a preparar un café, ¿tú quieres?
-Sí, en realidad lo necesito.

Mientras tanto...



Buenos Aires- Argentina.

-Rocío, te quedaras con tu perra aquí hasta que te repongas y pienses en lo que vas a hacer.- dijo el Padre.
-Gracias Padre, llamaré a mi amigo de España, seguramente se debe encontrar preocupado.
-Bien, te dejaré sola entonces.
-Gracias por todo, Padre.
Cuando el Padre Mateo se retiró, llamé a Manuel.
-¡Hola Manuel, te habla Rocío de Luna!- dije cuando él me atendió.
-¡Rocío de Luna, estaba preocupado por ti!- exclamó nervioso.
-Lo que sucede es que...- me puse a llorar.
-¿Qué es lo que sucede?- preguntó preocupado.
-¡OH Manuel, me he quedado sin nada, Brisa y Luciano me quitaron todo!
-¿Cómo?
-Estoy en este momento en una parroquia conocida, aquí me hospedaré; Brisa y Luciano me traicionaron, me siento muy sola y no puedo tenerte.- dije sin dejar de llorar.
-Bueno, tranquilízate, mañana tomaré el primer vuelo para Buenos Aires, no vas a estar sola, yo estaré contigo siempre.
-¿En serio lo dices?- pregunté con cierta emoción.
-En serio, dime la dirección.
Le di la dirección de la Iglesia y él me dijo:
-Mañana nos vemos, tranquila que yo estaré contigo.


FIN DEL CAPITULO IX
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Mensaje por palabras Dom Ago 03, 2008 1:01 am

Saludos compañera, acabo de leer el primer fragmento, y bueno, como dice una amiga argentina de otros lares, le vi alguna arrugilla, si no tienes inconveniente, mañana saco un rato y te las detallo, (tranquila que no es nada serio) 07


un beso, nos leemos 44
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Mensaje por Brisa Marina Dom Ago 03, 2008 8:45 am

Cuando vos quieras no hay problema, gracias por ayudarme.
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Mensaje por CRISTAL Dom Ago 03, 2008 8:47 pm

Es linda esta novela y es atrapante, esperaré el siguiente capítulo. 09
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Mensaje por CAMILA Dom Ago 03, 2008 10:06 pm

Me gusta como escribes, soy una humilde lectora y me agrada mucho tu forma de expresarte, vamos por más Brisita cuando puedas. 26
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